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Google: Gratuidad y Monopolio

La multa contra Google es el reconocimiento de que estamos en "terra incognita" y que está poniendo, y va aponer, a Europa frente a sus debilidades y fortalezas. Esta vez no se trata de castigar a las cinco compañía con mayor capitalización bursátil en Wall Street los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) por cuestiones fácilmente comprensibles, como han sido: elusión fiscal; tratamiento de los datos privados, incluido el derecho al olvido; ni siquiera por el uso monopolístico que se deriva de la casi absoluta generalización de sus sistemas operativos, microprocesadores o servicios; esta vez la prodigiosa multa se debe al uso que se está haciendo de los productos digitales gratuitos, con la total satisfacción y complicidad de millones de europeos, quienes a coste cero disfrutamos del buscador y de tantos otros servicios asociados como es el comparador de precios que ha motivado los siete años del expediente de la UE.

En el fondo algo de razón tiene la firma americana al defenderse: "Creemos firmemente que nuestras innovaciones en las compras en línea han sido buenas para los compradores, los minoristas y la competencia".

Todo es complejo y las palabras de antaño han perdido parte de su significado en el actual ritmo de la Digitalización. La dinámica de los GAFAM como líderes de la Digitalización pone al sistema nacido en la época industrial ante sus contradicciones y éstas afectan tanto a la "racional" Europa como a la America mas simplista que vota a Trump. Conceptos como Producto Interior Bruto, Empleo, Productividad ven ahuecar sus significados y ahora lo hace el de competencia y su control.

Mas significativo que la formidable dimensión de la multa a Google (2.300 millones de Euros) es el dilema de como la UE puede controlar que su defensa de la competencia vaya a darse. No estamos ante un caso de mala práctica sino ante la puesta en tela de juicio de un modelo de negocio basado en la percibida gratuidad del usuario, cuando sabemos que nada es gratis. La publicidad en línea (bien mediante AdWords para anuncios el sitio de Google en sí, bien en la de Shoping ahora cuestionado) esta en el corazón de su "modelo económico". Google desde sus inicios lucha obstinadamente para proteger su joya de la corona, su algoritmo de búsqueda, con sus finos ajustes en favor de sus anunciantes, cuidadosamente vigilado, de ojos indiscretos de reguladores y competidores. La Comisión Europea sabe que el problema subyacente en el supuesto abuso no tiene remedio técnico ya que Google nació con la idea de guisarse y comerse este sector de actividad. La UE reconoce que la compañía ha desarrollado productos que han cambiado el curso de nuestras vidas pero en un acto que hay que respaldar como autoridad democrática que es, ha decidido ponerse enfrente de GAFAM.

Google es un monopolio, pero un monopolio aceptado por miles de millones de personas y por ello puede haber llegado el momento de "cambiar de pantalla". Durante la mayor parte del siglo XX, EEUU y Canada vivieron con el monopolio de ATT en su servicio telefónico al cariñosamente llamaban Mama Bell. Tal era su poder que en 1974 el Departamento de Justicia abrió el caso USA contra AT&T por violación de la ley antimonopolio, que dio como resultado su desglose en siete compañías regionales, conocidas como Baby Bells. Afortunadamente para la Digitalización lo que quedo en poder de ATT fueron sus laboratorios de I + D, que siguen produciendo millares de patentes extraordinarias y una decena de premios Nobel.

Cuando el pasado domingo Martin Schulz en su defensa del programa de la socialdemocracia para intentar acceder a la Cancillería de Alemanía ponía como condición imperiosa la necesidad de un Google y un Facebook europeo, no pretendía alcanzar la fantástica tecnología que los GAFAM consiguen cada día, si no que estas empresas respetaran los derechos y las formas de nuestra cultura. En otras palabras la regionalización de estas compañías contando con Europa. La multa es un camino en esta dirección.

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