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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Un burlón de primera

Me presenté convencido de que los aires que se daba el convocante eran pura fachada. Que la diferencia respecto al álter ego que comandó con anterioridad la sala de máquinas en la otra acera sería abismal. Pero no, Arfonzo. Supongo que la mezcolanza dolerá, pero así es la vida. El control que tenía el gachó de los resortes organizativos era de primera. Es lo que imprime el poder y, cuando lo pierdes, el marchamo queda en . Y, aunque Aznar tenía aún en lontananza las Azores, por esas fechas se permitía poner los pies sobre la mesa en la recepción dispensada por Bush, su amigo americano. O sea, que la pléyade gobernante estaba que se salía haciendo estragos de mayoría absoluta y el secretario general, que sigue hoy a la siniestra de mister Brey, no iba a ser menos.

En aquella reunión, Arenas demostró conocer hasta el último gato de cualquier territorial por muy escondida que estuviese. A base de un registro de impresión, lo tenía todo aquí. Por eso, y aún siendo más pintureramente taxativo que los Acebes, Oreja y Rato, rebobinas cuando, a preguntas del abogado de Bárcenas le oyes en el juicio de Gürtel «no tengo ni idea» de quién recibía los donativos y, de la «reunión humana que no política» del despido del extesorero con la mujer de éste y Rajoy presentes, asegurar que no recuerda que se hablara sobre cuestiones económicas. Venga, no te hagas de menos, campeón.

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