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José Emilio Munera

Ramírez y la diplomacia

No es precisamente la diplomacia una de las virtudes que adornan al presidente del Hércules. Sin embargo, Juan Carlos Ramírez -hombre impulsivo, de temperamento volcánico y orgulloso en el buen sentido- ha sabido jugar sus cartas al filo de la navaja para alcanzar un pacto con Hacienda que mantiene con vida al Hércules en uno de los períodos más críticos de su historia centenaria. Aunque el partido de la salvación aún no ha terminado -quedan pendientes los engorrosos asuntos de la subasta de acciones del IVF, la reclamación de 6,9 millones de la UE y el convenio de acreedores ordinarios-, Ramírez acertó a tejer alianzas y concitar voluntades en torno a sus sucesivas propuestas de pago de los 4,2 millones de deuda. Y ante la negativa en redondo de la directora del Departamento de Recaudación de la Agencia Tributaria, fue incrementando su apuesta por el Hércules hasta ofrecer su patrimonio personal como garantía de devolución al fisco de más de dos millones de euros. Con el alcalde de Alicante como principal aliado en el frente político -junto a esporádicas intervenciones del presidente de la Diputación-, el plan de Ramírez ha necesitado el impulso de altas instancias de Hacienda para salir adelante: desde el delegado especial en Valencia hasta el propio despacho del ministro Montoro. Y con su socio Ortiz en un más que discreto segundo plano por deméritos propios, el presidente anhela ahora adjudicarse la mayoría accionarial del club para armar un equipo con el único objetivo del ascenso. En ese momento necesitará de nuevo la diplomacia para ponerse de acuerdo con Javier Portillo. Pero esa ya es otra historia...

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