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Jonas Kaufmann, un Otelo con reparos

El tenor alemán, heredero de Plácido Domingo en el rol del "Moro de Venecia", luce algo blando en su estreno en Londres

El papel protagonista del "Otelo" verdiano ha sido un reto para los tenores de todas las épocas. Es necesario un tenor dramático que también tenga la posibilidad en bastantes momentos de cantar como un lírico. De ahí la gran dificultad de la parte, por lo que pocos han sido los que a lo largo de la historia de la ópera se han atrevido con el papel, y menos aún los que lo han hecho con éxito. Ni siquiera el tenor que estrenó la obra, Francesco Tamagno, era del agrado de Verdi, pero no había otro. En los años cuarenta, cincuenta, sesenta y setenta fueron el argentino Ramón Vinay, el italiano Mario del Mónaco y el canadiense Jon Vickers los que monopolizaron con más éxito el papel. A partir de esas décadas fue Plácido Domingo el tenor que a pesar de no tener las condiciones vocales idóneas para la parte, y ante la escasez de intérpretes adecuados, pasó por ser el mejor Otelo hasta bien entrado el siglo XXI. Desde el pasado miércoles el tenor estrella del momento, Jonas Kaufmann, parece que va a ser el heredero del español, aunque de momento con reparos. El Covent Garden londinense fue testigo del debut del alemán como el Moro de Venecia, bajo la dirección de uno de sus maestros favoritos, el Director Musical de la Royal Opera House, Antonio Pappano. Este fue mas protagonista de la representación que el debutante Kaufmann, y en mi opinión, no con todos los merecimientos. Si bien es verdad que en los pasajes más líricos la orquesta sonó estupendamente, el volumen en los más heroicos fue excesivo, tapando totalmente a los cantantes. Sólo la soprano, María Agresta, se libró de tal circunstancia, cumpliendo con absoluta corrección en todo momento con su poderoso instrumento, y brindando un cuarto acto en el que demostró que también sabía recoger la voz, ofreciendo unas buenas "Canción del sauce" y "Ave María". Cumplió solamente con discreción Marco Vratogna (que sustituía al inicialmente previsto Ludovic Tezier) como Yago, e igualmente así lo hicieron el resto de intérpretes. Excelente en cambio la labor del Coro y de la orquesta, pobre la escenografía y con inadecuados detalles de autor la dirección escénica. En cuanto al debutante Kaufmann cumplió sobradamente con las expectativas de sus muchos fans, y algo menos con las de los que no son incondicionales del tenor. Fue un Otelo algo blando, como era de esperar, que cantó bien los momentos mas líricos, y menos bien los que requieren mas peso en la voz. Aunque, afortunadamente, con menor uso del recurso al falsete con el que en otras ocasiones afea no poco sus interpretaciones. Aunque tiene fama de ser además de un gran cantante también un gran actor, cosa que el que esto escribe no comparte, en esta ópera quedó claro que no lo es, no dando en ningún momento la impresión de ser un hombre aquejado de unos enfermizos celos. Es posible que con el rodaje del personaje en los escenarios mejore su prestación, pero tampoco demasiado, pues aunque este tenor, al igual que Domingo, pasa por ser uno de los pocos que lo mismo cantan a Massenet que a Wagner, lo hacen a mi modo de ver la mayoría de las veces solamente con corrección, superados claramente por muchos de los tenores que a lo largo de la historia de la ópera adecuaron su repertorio a sus verdaderas características vocales y estilísticas. Lo cual, en mi opinión, es un acierto más que un demérito.

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