El "New York Times", que últimamente mantiene una visión miope de España, ha recomendado en un editorial la convocatoria del referéndum como solución para atajar el problema independentista de Cataluña. El "Times" sostiene por medio de un dibujo simplista y algo tergiversado de la situación que frenar el derecho a decidir con intransigencia sólo complicará las cosas e inflamará las frustraciones catalanas. Puede. Pero, "La dama gris", así es como se conoce al periódico neoyorquino, más gris de lo habitual, no entra a considerar el escollo soberanista que plantea la constitución por lo que le está pidiendo al Gobierno español que cometa una ilegalidad y permita la consulta que Puigdemont, hasta anteayer algo desesperanzado, ya ha vuelto a reclamar con renovados bríos. Claro que el periodismo está mal. Cómo no lo va a estar cuando un periódico considerado la Biblia, en cuanto a rigor informativo, asoma la cabeza de esta manera ofreciendo una realidad poco contrastada e irreal sobre lo que Cataluña recibe del presupuesto del Estado. Haciéndose eco de esa mentira mil veces repetida que acaba convirtiéndose en verdad, según la teoría propagandística de Goebbels, Y sin mencionar, por ejemplo, que el déficit de Cataluña al contrario del de otras comunidades autónomas queda compensado ampliamente con el superávit que le aporta su balanza comercial con el resto de España. Puigdemont ha arrimado el ascua a su sardina y volverá dar la lata durante un tiempo con el referéndum de octubre, poniendo por testigo el editorial del "New York Times" y todos los que vengan de ahora en adelante siguiendo esa lustrosa estela. La segunda recomendación del "Times" es que, una vez convocada la consulta, los catalanes deben votar no y proseguir en España. El problema es que constitucionalmente el derecho a decidir sobre el futuro de Cataluña es de todos los españoles en general, no de unos cuantos en particular.
