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Joaquín Rábago

Continúa el secretismo en la negociación de los tratados

La Comisión Europea parece que no escarmienta: criticada por el secretismo con el que ha venido negociando los acuerdos de libre comercio e inversiones con EEUU y Canadá, se expone a los mismos reproches en el relativo a Canadá.

Por suerte hay organizaciones no gubernamentales con buenos contactos como Greenpeace que se las arreglan por conseguir los documentos y los pasan a la prensa para conocimiento de los ciudadanos antes de que sea demasiado tarde.

El diario muniqués Süddeutsche Zeitung y dos emisoras públicas alemanas, NDR y WDR, más independientes al parecer que las nuestras, han visto y publicado extractos de esos preocupantes papeles.

Preocupantes porque, como escribe el diario, no está nada claro que en ellos se ofrezca protección suficiente a la salud y al medio ambiente: como ocurre con ese tipo de tratados suele producirse una nivelación por abajo.

Si no está suficientemente protegido, como temen sus críticos, el principio de precaución - y en el acuerdo con Japón apenas al parecer se le menciona-, se volverá más difícil que la UE pueda prohibir, como ocurre ahora, la importación de alimentos transgénicos u hormonados.

Pero hay más, y es que, según se ha sabido, el Gobierno japonés insiste en la creación de tribunales de arbitraje privados para dirimir las disputas sobre inversiones entre las empresas y los Estados.

Hasta ahora Japón se ha negado a aceptar el tribunal internacional propuesto por Bruselas y aceptado ya Canadá, un tribunal que integrarían jueces nombrados por los Estados.

La proliferación de querellas de inversores y empresas que se sienten perjudicadas por algún cambio en la legislación de un país es un grave problema para los gobiernos y los erarios públicos, que es de donde sale el dinero en el caso de que haya que indemnizar al demandante.

El tratado firmado con Canadá al menos concede a los gobiernos de la UE la posibilidad de promulgar leyes que protejan el medio ambiente o la salud de sus ciudadanos porque habla concretamente del "derecho de regular", pero el negociado con Japón es mucho más ambiguo al respecto.

Los europeos quieren al parecer llegar a un acuerdo antes de la cumbre del G-20 en Hamburgo, los días 7 y 8 de julio, para presentarlo como contrapeso al proteccionismo nacionalista del presidente Donald Trump.

Pero mal que le pese a nuestro presidente del Gobierno, a quien oponerse a lo que se ha negociado en secreto en Bruselas le parece "hacer el ridículo", no deberíamos nunca cansarnos de exigir transparencia.

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