Es hasta cierto punto normal que la mayor parte de los medios de comunicación de ámbito valenciano se hagan eco del proceso de primarias que va a tener lugar dentro de pocos días en el PSPV, presentándolo como una suerte de enfrentamiento agónico, un ajuste de cuentas entre socialistas, que tendría como efecto debilitar la posición institucional de Ximo Puig como President de la Generalitat. Ya sucedió algo parecido en las primarias del PSOE, cuando Pedro Sánchez disputó la secretaría general a Susana Díaz. También entonces los medios de comunicación más potentes, mayormente de derechas, junto a poderosos grupos de presión, apoyaron sin límite y sin medida la candidatura susanista.

Se pierde de vista, tanto entonces como ahora, que lo que está en juego no es simplemente un cambio cosmético, un quítate tú para ponerme yo, sino un cambio de rumbo programático que comporta, también, liderazgos capaces de devolver el partido a una militancia marginada durante años, reducida a representar un papel meramente decorativo en el mejor de los casos.

La contundente victoria obtenida por Pedro Sánchez, impulsada por la militancia y plasmada en las resoluciones y en la renovación de los órganos del partido en el 39 Congreso, ha supuesto no sólo un claro giro a la izquierda, rompiendo con la tutela que la derecha española pretendía imponerle, sino un cambio fundamental en la concepción del partido. Ha sido, precisamente, el impulso de la militancia, el entusiasmo despertado y la convicción de que la democracia interna y la participación pueden voltear estructuras caducas y viciadas, lo que ha permitido revitalizar a un partido que corría el peligro de convertirse en una cáscara vacía, ajeno a los problemas reales de la sociedad española. Y lo que es más importante: una militancia movilizada, acompañada por miles de simpatizantes y de la ciudadanía activa, es un factor decisivo para alcanzar el Gobierno de cambio y de progreso que necesita nuestro país.

Pero los cambios no se culminan ni se producen sin resistencias. La integración del socialismo español es un objetivo que, sin duda, se alcanzará; pero cabe esperar reacciones, como se ha puesto de manifiesto en el 39 Congreso. Si en las primarias del PSOE el debate democrático, sin paragón en cualquier otro partido, se visualizó en el enfrentamiento entre un Pedro Sánchez resucitado (tras su defenestración urdida por una conspiración nunca explicada por sus promotores, aunque sí por el hecho de darle al gobierno al PP) y algunos poderosos barones territoriales, se corre el riesgo de que tal enfrentamiento se reproduzca en los diferentes congresos autonómicos, como es el caso del PSPV.

Es verdad que en el caso valenciano hay diferencias, en la medida en que Ximo Puig preside un gobierno en coalición con Compromís, con el apoyo parlamentario de Podemos, en torno al Pacto del Botánico. Estas diferencias, sin embargo, no deben servir de parapeto para ignorar las resoluciones del 39 Congreso y para disipar y contener la revolución interna que se está produciendo en el partido socialista. No puede ni debe haber marcha atrás en este sentido.

La tentación de Ximo Puig de seguir operando como un barón territorial puede tener un alto coste, sea cual sea el resultado de las primarias que él mismo ha convocado. No cabe olvidar que Puig fue un actor eminente de la defenestración de Pedro Sánchez, así como, tiempo atrás, de la caída de Joan Romero. No ha explicado el porqué de estas decisiones, así como tampoco su férrea vinculación a Susana Díaz, cuando no existían razones objetivas de política autonómica, más allá del interés de fortalecer su posición en el partido, dando por hecha la victoria susanista. No se dignó a explicar en sede del Comité Nacional su propuesta personal de la candidatura al Senado en las últimas elecciones, como expresión de la «vía valenciana». Son errores que, tal vez, el propio Ximo Puig reconozca; pero son errores que se deben, principalmente, al funcionamiento de un partido que perdió la costumbre de dar cuenta de las decisiones de sus líderes.

No ayuda tampoco a recomponer la unidad y la integración la premura en la convocatoria del Congreso de los socialistas valencianos. Un Congreso exprés no es la mejor idea. Y menos aún confiar su organización a destacados miembros del aparato que ha venido funcionando hasta ahora en la sede de Blanquerías. Demostrar voluntad de integración habría sido comprometerse con las fuerzas internas del cambio para componer una ejecutiva fuerte capaz de impulsar y reforzar su Presidencia al frente de la Generalitat. Por desgracia no ha sido así.

No creo que nadie ponga en cuestión el empeño que está poniendo Ximo Puig en su tarea de Gobierno, con el que se puso fin a la bochornosa etapa del Partido Popular, y que ha supuesto un cambio -apreciado por la ciudadanía- en las políticas sociales y de progreso que se aplican en la Comunidad. Como el mismo Puig ha señalado, resulta particularmente complejo gobernar con un socio como Compromís, un partido de corte nacionalista, que si bien es leal al pacto del Botánico, tiene sus propios fines. Pero no cabe duda que un PSPV fuerte, renovado, cohesionado en torno a las resoluciones del 39 Congreso del PSOE, aportaría un nuevo impulso al proyecto socialista valenciano y nos prepararía para afrontar en mejores condiciones el futuro.

Así las cosas, la convocatoria de primarias en el PSPV abre la puerta a un debate que necesariamente se tiene que producir. O continuar como hasta ahora, con un partido atrofiado, cuyas decisiones las toman unas cuantas personas, o un partido en que la militancia, las bases, sean protagonistas, ejerzan sus derechos e impulsen colectivamente la acción política. Las primarias no son un problema (aunque puedan serlo para algunos) sino un reto democrático, el instrumento del cambio. Esto es lo que se ha demostrado en las primarias del PSOE, cuya dinámica no se puede diluir ni yugular.

Por esto hay que saludar la valentía y el compromiso de Rafael García, alcalde de Burjassot, al dar el paso para presentarse a estas elecciones internas. Rafael García representa la ola de cambio que logró una mayoría abrumadora en las primarias del PSOE en la Comunidad Valenciana, y que ahora se propone revalidar con el apoyo de la militancia. Estas son unas elecciones internas. El objeto es el modelo de partido que queremos. No nos engañemos ni nos dejemos engañar. Es el momento de decidir si queremos un partido donde la participación sea efectiva y real, donde se asuman responsabilidades, se debata, se cuide y se promuevan las aportaciones de la militancia; donde se abra la puerta a simpatizantes, y se esté al lado de los problemas de la gente. Un instrumento útil y actualizado, en complicidad con la ciudadanía, con los diferentes movimientos sociales, y que refuerce al tiempo la labor institucional del PSPV. De eso se trata.