Mucha razón o nada que perder, y resulta fácil descartar esta última opción... Así que hay que tenerlo muy claro para coger el micrófono instantes después de conocerse el voto individualizado, y secreto, de los miembros del jurado de la categoría Especial y asegurar que se habían producido puntuaciones «criminales». No sé si criminales, injustas, sospechosas o cuanto menos dispares, pero bien es cierto que el fondo de las palabras del presidente de la Federació de Fogueres, Manuel Jiménez, fue en la misma línea que el sentir mayoritario de los presentes en el restaurante de la zona Volvo, donde se hizo oficial el veredicto de los premios de las hogueras, barracas y demás modalidades. Pero el dirigente festero no se quedó ahí, sino que delante de los miembros de los jurados de todas las categorías, incluida Especial, verbalizó un deseo con una evidente carga acusatoria: «Espero y deseo que no haya sido para hacer daño a la gente». No dio nombres ni los porqués, pero tampoco es el caso que nos ocupa. Toca ir a la esencia.

Este durísimo alegato no salió de cualquier boca, tuvo como autor al máximo dirigente de las Hogueras, de todas las hogueras, y a su vez miembro y expresidente de la comisión perjudicada ayer por esas puntuaciones supuestamente «criminales», es decir, de Florida Portazgo. Con ese currículum público, Manuel Jiménez, que no es nuevo por estos lares y sabe controlar lo que dice y cuándo lo hace, era consciente de que su intervención iba a tener un impacto considerable en el mundo de la Fiesta, generando las habituales filias y fobias. Y así ha sido. Sin embargo, más allá de esa trascendencia inmediata, esa capacidad para compartir el sentimiento que se vivió durante la lectura de los votos debe servir para que en la práctica el Ayuntamiento de Alicante reflexione, y mucho, y lo haga con la calma que permite tener todo un año por delante para la toma de nuevas decisiones. Esas palabras salidas del «corazón» de la Fiesta deben suponer un acicate para que los responsables de la Concejalía de Fiestas, dirigida por el propio alcalde, el socialista Gabriel Echávarri, y cuya gestión diaria recae en el asesor Miguel Castelló, valoren si el actual método de votación, e incluso la composición del jurado de máxima categoría, puede mejorar. La respuesta parece obvia. Es cierto que nadie puede garantizar un sistema perfecto, porque donde entra la subjetividad de un jurado, la justicia suele estar preparada para saltar por la ventana, pero al menos se debe perseguir un procedimiento que mitigue los votos caprichosos, los que se alejan de la media, aquellas puntuaciones que por altas o, principalmente, por bajas pueden influir en el sentir mayoritario del colectivo. Y, lo mejor, es que no hay que inventar nada: en modalidades deportivas donde el jurado dictamina quien gana, y también quienes pierden, ya existen mecanismos para dar poder a la postura mayoritaria frente al incontrolado voto individual.

Estas Hogueras hemos tenido dos ejemplos que no pueden guardar más similitudes. Tanto en la categoría Especial infantil como adulta, la hoguera que ha resultado ganadora fue la mejor para un miembro del jurado, mientras que la principal agraviada, en ambas modalidades, logró cinco máximas puntuaciones de entre esas nueve personas encargadas del juicio final. Y no sólo eso, sino que estas hogueras supuestamente perjudicadas, además, recibieron sendas puntuaciones de esas que levantan el murmullo en la sala, de esas que alteran medias: un 2 y un 4.

Ya el pasado miércoles, durante las votaciones de los premios a las hogueras infantiles, el presidente de la Federació torció el gesto, sin disimulo, al escuchar esas dos votaciones disonantes. Un día después, con las adultas y con su hoguera de origen de por medio, explotó. «Ha habido votaciones criminales. Espero y deseo que no haya sido para hacer daño a la gente. Y no lo dice el presidente de la Federación, lo dice todo el mundo», señaló el dirigente festero, en una intervención que arrancó el aplauso generalizado de entre los presentes en la lectura de los premios, incluido el del alcalde de Alicante, el socialista Gabriel Echávarri, comisionado a su vez de la hoguera Sèneca-Autobusos.

Y es que si fuéramos capaces de aparcar los nombres de las comisiones del debate, de anteponer el bien común a cuestiones particulares y pasajeras, resultaría aún más sorprendente si cabe que hogueras que son mayoritariamente valoradas como las mejores no logren finalmente la victoria porque un número más que limitado de supuestos jueces les otorgan puntuaciones propias de monumentos que luchan por evitar los puestos bajos de la clasificación. Vamos, como si un equipo «top» pasa de luchar por la Liga a, una jornada después, intentar evitar el descenso a Segunda. Ilógico a todas luces.

Para evitar más polémicas, o al menos para incluir una sordina que mitigue un ruido que no ayuda en nada a las Hogueras, el Ayuntamiento de Alicante, responsable de la elección de los jurados y del método de votación, tendría que implementar sin demasiados preámbulos mecanismos para relativizar la influencia de las minorías. ¿Por ejemplo? Descartar la puntuación más alta y más baja de cada una de las hogueras. ¿Por ejemplo? Yendo un poco más allá, dando aún más poder a la media, ampliar de nueve a once los miembros del jurado y, en consecuencia, eliminar las dos puntuaciones más destacadas, tanto por arriba como por abajo, de cada monumento de Especial. Con este posible método desconozco, y descarto hacer las cuentas, qué comisiones habrían ganado este año en adulta y en infantil. En realidad, da igual, eso ya es pasado. No hay que quedarse ahí, hay que ir más allá.

En este año, Sèneca-Autobusos, con una hoguera con detalles exquisitos y una crítica envidiable, se ha alzado con el trofeo más codiciado de la Fiesta, y lo ha hecho por tercer año consecutivo. A las demás comisiones de Especial, les toca levantarse y continuar luchando. Y el Ayuntamiento, por su parte, debe poner en marcha esas soluciones que tiene en su mano para evitar más daños colaterales en las fiestas oficiales de la ciudad. No hay que olvidar, y más estando las Hogueras por medio, que el debate sano siempre enriquece; la sombra de la sospecha, no.