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Seguimos con los «omitidos»

Recogemos el término que el director del Consorcio de Museos utilizó para referirse a los artistas alicantinos que no han tenido la presencia debida en València. Estos días, hasta el 17 de septiembre podemos ver en la Fundación Frax, ubicada en L´Alfás del Pi, una retrospectiva sobre Juan Navarro Ramón (Altea, 1903- Sitges, 1989), alrededor de 120 obras reunidas entre instituciones y familiares que nos pueden dar una idea de la trayectoria de este artista y de unas inquietudes que conectaron con la vanguardia europea que en su tiempo constituía las más importantes investigaciones en la pintura y el arte. Navarro Ramón es de esa «generación de la república» que buscaron y trabajaron por dar sus propia respuesta a la pintura, después de la gran ruptura que supuso el cubismo. Fueron artistas que se enfrentaron a los nuevos códigos artísticos con valentía y con la conciencia clara de la prioridad de la experimentación, sin ataduras al academicismo o a la posterior censura que impuso el régimen. En un primer momento investiga en la figuración para pasar más tarde a la abstracción, sin dejar de experimentar en ambos registros. En 1937 participa en la Exposición Universal de París, junto a Picasso, y vivirá en París las inquietudes de la modernidad, Escuela de París. Su trayectoria nos descubre los hitos que han marcado los diferentes caminos recorridos por la pintura y el arte en la segunda mitad del siglo XX. Su pintura abstracta hoy nos plantea las mismas cuestiones que muchos artistas actuales están analizando en su obra, la fragmentación, el caos, el orden, la búsqueda de su propia concepción del espacio.

A pesar de esta exposición, después de casi 12 años de la que realizó el Instituto de Cultura Juan Gil Albert en el Palau Altea y en el Palacio Provincial de Alicante, en el 2005, otro esfuerzo por llevar la obra de este autor a la actualidad cultural, a pesar de estos esfuerzos, Juan Navarro Ramón sigue siendo uno de los grandes omitidos de la larga lista de autores alicantinos ya fallecidos o en activo, que son invisibles en la programación de la Cultura de nuestra Comunidad. A pesar de los estudios realizados sobre este autor, de historiadores y estudiosos como Lorenzo Hernández Guardiola o Román de la Calle, no tiene un catálogo razonado, no se le ha hecho una comparativa con las obras y autores de la modernidad de este siglo XX, con los que convivio y debatió con intensidad, y, lo que es más deficiente, no se la ha llevado a València. Un autor con obra en el Reina Sofía y otros museos de prestigio internacional no se entiende por qué no se le da la dimensión que merece, apoyando su estudio y exposición con una estructura museística y cultural que sea capaz de darle el relieve y la publicidad suficiente para ser visualizado, al menos, en el circuito nacional del arte, en el que desarrolló su trayectoria.

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