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Diésel

Como en otras partes, Alemania subvencionó con millones de euros del erario público los automóviles dotados de motores diésel con el argumento de que así se favorecía la lucha contra el cambio climático.

Ahora resulta, sin embargo, que no es así, y algunas ciudades como la capital bávara se plantean prohibir la circulación de ese tipo de vehículos porque contaminan más que los que llevan motores de gasolina.

¿En qué quedamos? Quienes atendieron los consejos de entonces y se compraron un coche del primer tipo se sienten hoy perplejos y consideran que se han burlado de ellos.

Si queremos luchar contra el cambio climático, argumentan muchos, hay que acabar con los motores de combustión y fomentar en cambio los eléctricos.

En ese terreno, sin embargo, Alemania va extraordinariamente rezagada por culpa del fuerte lobby de la industria del automóvil, que se ha resistido hasta ahora a un cambio de modelo mientras que los japoneses, por ejemplo, han dado un primer paso al apostar por los llamados motores híbridos.

Es lo que reprocha esta semana a políticos y empresarios en un comentario editorial el influyente semanario Der Spiegel, que advierte de que están en peligro cientos de miles de trabajo en esa poderosa industria exportadora.

Si, por ejemplo, las autoridades chinas decidieran prohibir la circulación de vehículos con motores de combustión en sus ya fuertemente contaminadas ciudades, los fabricantes germanos serían los primeros perjudicados.

A diferencia de los chinos y por falta de previsión, no tienen en su cartera en este momento apenas vehículos dotados de motor eléctrico.

La culpa es de un sector que se ha valido de su influencia cerca del Gobierno de Berlín y de la Comisión Europea para que se flexibilizaran las normas europeas sobre emisiones contaminantes y se hiciera además la vista gorda cuando se superaban mediante el trucaje de los motores.

Según Der Spiegel, en su reciente visita a Pekín, la canciller alemana, Angela Merkel, y el vicecanciller, Sigmar Gabriel, instaron a las autoridades chinas a no imponer contingentes de vehículos con motores eléctrico a los exportadores germanos.

En cualquier caso, ni siquiera sustituyendo los motores de combustión por los eléctricos se solucionará el problema, Hay que ir mucho más allá y acabar con la idea de que todo el mundo tiene que disponer de coche propio.

Porque, según señala un estudio de la Universidad de Edimburgo, buena parte de las partículas en suspensión que desprenden los coches provienen de los frenos, la goma de los neumáticos y del propio asfalto y, al pesar más los coches eléctricos que los tradicionales, aumenta el desgaste de todos esos elementos.

Además, se seguirá usando carbón en muchos casos para producir la electricidad que consumen esos vehículos, y en la fabricación de sus motores y de las baterías se utilizarán en abundancia metales tóxicos como el níquel y el aluminio.

Es por ello urgente, como arguyen con razón los ecologistas, que los gobiernos tomen medidas para fomentar el empleo de los transportes públicos: el autobús, el tranvía o el tren, y complementarlo con el uso de bicicletas, que es además mucho más saludable.

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