En 1893, el genial científico Nikola Tesla, comenzó a pensar en el cerebro humano como un receptor continuo de señales capaz de conectarse con otros cerebros, y formar, en suma, una mente global. Aquello parecía una locura, incluso sigue pareciéndolo hoy en día. Sin embargo, más de un siglo después, Elon Musk, el famoso empresario de -precisamente- Tesla Motors, está trabajando junto con Mark Zuckerberg, creador de Facebook, en una interfaz que conecte nuestro cerebro directamente con el ordenador. Piensan lograrlo introduciendo pequeños electrodos cerebrales que puedan cargar y descargar pensamientos.

Pero más increíble si cabe es el descubrimiento de los investigadores del Blue Brain Project, una iniciativa suiza que lleva años tratando de cartografiar el cerebro. La cuestión es que, como explica su director, Henry Markram, las neuronas se conectan entre ellas mediante enlaces que forman estructuras geométricas multidimensionales. Dichos enlaces nunca podrían producirse por casualidad, de hecho «hay decenas de millones de estos objetos, incluso en una pequeña partícula del cerebro, a través de siete dimensiones. En algunas redes, incluso encontramos estructuras con hasta 11 dimensiones». Gracias a todo ello somos capaces de pensar, de ser autoconscientes.

Podría ser que debido a esta enorme complejidad no hayamos aún logrado encontrar dónde almacena el cerebro la información de nuestros recuerdos. Según especula Markram, podría estar escondida en esas cavidades de gran dimensión. Aunque no sólo parecen relevantes las áreas en las que existen dichas conexiones. Al parecer, también los «espacios vacíos» tienen una gran importancia para explicar las capacidades de este superordenador de apenas kilo y medio.

Aunque teniendo en cuenta que una de esas dimensiones es el tiempo, tal vez, y sería esta nuestra hipótesis, no sea que almacenamos recuerdos, sino que nuestra mente sea capaz de acceder a diferentes momentos de nuestra vida y simplemente revivirlos.