Como siga la cosa como hasta ahora, Orihuela, dentro de poco, estará cerrada por?digamos obras y no por vacaciones, que es cuando, teóricamente, debería estar abierta!. El otro día recordé que la pasada Semana Santa se varió el recorrido de la procesión de Viernes Santo porque un edificio, ruinoso y ubicado en la Plaza Nueva (mi excompañero de curro, y amigo, Pedro Soriano la llama de « Doña Elvira», por su parecido, dice, con la que, con ese nombre, hay en Sevilla), amenazaba con venirse abajo por -entiendo que ese fue el criterio de los técnicos municipales para adoptar la medida- las vibraciones que producían la música y, sobre todo, los «tamborasos» de las bandas de cornetas y tambores. No sé -tampoco tengo por qué saberlo- si fue peor el remedio que la enfermedad por el quebranto que esta medida ocasionó tanto a quienes habían «comprado» sillas para ver el «desfile pasional» como a la empresa adjudicataria del servicio (me aseguraron que se anularon más de mil sillas), aunque algunas cofradías, sobre todo las que utilizan costaleros en sus tronos, lo agradecieron, ya que no tuvieron que maniobrar para esquivar el serpenteo del trazado procesional a su llegada a la calle San Pascual, para enfilar la Plaza Nueva y, después de circunvalarla y girar a la izquierda, llegar a la calle de San Agustín, donde los pasos van más lentos que el coche de Fernando Alonso, si es que le aguanta el motor.

Esto (la anulación de esa parte del recorrido pasional semanasantero) me hizo pensar en otro desfile «sívico-sosia»" que, anualmente, se pergeña/organiza desde la Casona de la Esquina del Pavo y para el que falta «mu poquico». Siguiendo con el criterio con el que se actuó en Semana Santa para evitar males mayores y preservar la seguridad de las personas, me pregunto: ¿Se ha tenido en cuenta el recorrido de la comitiva lúdico-festera que acompaña a la Gloriosa Enseña del Oriol, «el Pájaro», el 17 de julio y en la que participan más de cuatro mil personas?. Recordemos que la Plaza Nueva se cortó por la posibilidad de que un edificio se derrumbase y para evitar una estampida que hubiera producido -dada la estrechez de la calle- una tragedia de grandes dimensiones. Pues bien, «la serpiente multicolor» que conforman los festeros de las comparsas moras y cristianas -¡bulliciosa y ruidosa donde las haya!- discurre junto al Palacio de Ruvalcaba, tanto por su fachada principal (calle Francisco Die) como por la trasera (calle Hospital). ¡Válgame el Señor!. ¡Ya tenemos la burra en el trigal, otra vez!. ¿Alguien ha pensado en el desastre que supondría que el edificio se viniera abajo en una fecha tan señalada y con tanta gente en la calle?. ¡Dulsísimo nombre de Jesús y de María!.

El Ayuntamiento oriolano -o sus técnicos, ¡vaya usted a saber!- demuestra, para algunas cosas, demasiado atrevimiento y ser muy osado no aplicando el mismo criterio en situaciones similares. Por ejemplo, no actuó de igual manera en la calle Mayor -rebautizada como «De los Pescadores», por las redes que «jalonan» las fachadas de algunos edificios, entre ellos el Palacio Episcopal, para evitar desprendimientos- donde no adoptaron medidas de seguridad para la procesión del Santo Entierro de Cristo, conocida como del Caballero Cubierto, el Sábado Santo, que discurre por este vial del casco histórico, corriéndose, por lo tanto, el mismo peligro de derrumbes que en la Plaza Nueva. ¡Pa habernos matao, señor Conde!. ¿Os imagináis que un «rusco/piedra» -nada que ver con los «cherolicos» que hay en la «plasa» de las Cadenas de la Catedral- de una cornisa se cae y se carga al «enchisterado» o a cualquiera de sus predecesores e incluso al obispo Murgui?. ¡Se lía parda y alguno se vería obligado a salir cortando para exiliarse, por ejemplo, en la sierra de Barinas (Murcia), ocultando su identidad para evitar ser reconocido y, consecuentemente, posibles represalias!. ¡Lo de la peli «Ángeles y Demonios», de Ron Howard y basada en la novela de Dan Brown, iba a ser una mierda «comparao» con la «persecusión» de alguien a quien echarle la culpa de -entre otras cosas- las siete plagas de Egipto, el apuñalamiento de Julio César -¡tú también, Bruto, hijo mío!-, la muerte del General Prim y la «organisasión» del atentado a Carrero Blanco!. ¡Pasamos a la historia negra de este país, como «el asesino de la katana» o «el crimen de Cuenca»; fijo!.

¿Alguien ha pensado qué pasaría si sucediera lo mismo que en la tarde del 21 de marzo de 1829, cuando un seísmo de 6'6 grados en la escala Richter «se tragó» pueblos enteros, como Torrevieja, Guardamar o Almoradí?. En total, casi 3.000 casas destruidas y cerca de 2.500 «seriamente dañadas»; 386 muertos en la comarca, de ellos 192 en Almoradí; 30 iglesias destruidas, 2 en Orihuela; 4 puentes sobre el río Segura?.¡y mucho más!. Algorfa, Rafal, Daya Vieja, Guardamar, Dolores, Redován, San Fulgencio, San Miguel de Salinas, además de las citadas Torrevieja, Almoradí y Orihuela, afectadas. Miguel Hernández escribió «alto soy de mirar las palmeras»; nosotros -parafraseándole- deberíamos decir «alto soy de mirar los balcones, "pa" esquivar desprendimientos». ¿Nos estamos pegando un tiro en el pie?. Lo digo porque la principal industria de Orihuela debería ser el turismo y, estando el pueblo como está, no lo cuidamos, ¿o sí?. ¡Será posible!.