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Francisco Esquivel

El tránsito por el bienio

Bajo a la playa por el mismo rincón desde hace la tira y, mientras me pego mi paseo y despliego un mar de ensoñaciones, voy refrescándome a base de chapuzones estratégicos que quedan en nada cuando al regreso hay que meterse un repecho de primera categoría que deja al más pintado con la lengua fuera y conste que no soy de los que alcanzan la meta en peores condiciones. Así que quiero plantearlo sin tapujos: a los vecinos y visitantes del contorno nos vendría de perlas unas escaleras mecánicas. Dirán ustedes que la propuesta parece disparatada. Ya. Pues me ha animado la idea cumbre de la legislatura surgida entre quienes nos comandan de ampliar la Explanada con un túnel bajo el mar que, con el propósito de peatonalizar la Explanada, fue al poco reemplazada -qué remedio- por un puente de 135 metros entre la zona de Levante y Poniente del puerto. Lo que dejo caer precisa de unos 50 metros de intervención y, como entraría en movimiento cerquita del Sidi, supondría un subidón después de que uno de los emblemas turísticos de la zona haya pasado a mejor vida. La verdad es que en cualquier otro lugar del mundo no se me ocurriría plantearlo, pero aquí...

Al hacer balance de este bienio, Carlos Gómez Gil, sociólogo cabal y tipo comprometido donde los haya, lo describe como «decepcionantes y desalentadores» y el presidente de la Junta de Semana Santa, por seguir con el cirio, constata que, la gente, «muy contenta no está». O sea que los que nos regentan tienen motivos para la satisfacción porque, a pesar de parecer a primera vista una obra loca, sí tiene pinta que transitamos por un túnel.

A diferencia del análisis del sociólogo citado, a los prebostes les sobra generosidad. Ahora reparten tarea para que distintos colectivos elaboren proyectos y prioridades, a pesar de que, como queda constatado, anden sobrados de imaginación. Y aunque no es fácil lograr que nadie sepa a estas alturas hacia dónde nos dirigimos, mantengo no obstante cimentadas esperanzas. En las escaleras mecánicas, claro.

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