Me enchufé todo el debate de la moción fantasma que se inventó el Pablito. Por momentos, uno creía que lo había visto todo hasta que volvía con su retórica barata, repetida y mitinera. Necesitaría mucho espacio para comentar todo lo que allí aconteció pero, haré como él, diré lo que me da la gana, que para eso estamos en democracia.

La moción, el simulacro de moción, sólo estaba diseñada para joder al PSOE. Pero el PSOE ya tiene su propia jodienda interna como para ser dañado por fuego «amigo». Si quieren que les diga la verdad, el discurso de Pablo Iglesias lo podría haber escrito yo. Es decir, no es que piense como ellos, es que sé lo que van a decir. Y esa falta de creatividad política, esa añoranza por lo histórico, esa letanía de corrupción como el que lee la alineación de un equipo de fútbol, es común entre los podemitas.

No tienen proyecto de país. Bueno, incluso se alían con aquellos que quieren romper el país que pretenden defender. Apoyados por los que jaleaban a los terroristas de ETA y seguidos por una Esquerra catalana que está dispuesta a saltarse la ley, con Compromís como ariete de chico bueno, son una tropa .El recurso fácil de la «gente», como si los que no les hubiésemos votado fuésemos gentuza, es tópico y típico entre el mantra podemita.

Nunca escuché tanta sandez con alusiones al siglo XIX y a 1936. Toda esa vuelta al Cuéntame de televisión quedó, entre el electorado joven, como el abuelo cebolleta que necesita volver a las guerritas para entretener al populacho.

Denostar la brillante transición democrática de España solo lo hacen los necios. Como si los 40 años de repugnante dictadura no hubiesen sido bastante como para seguir sufriendo más populismos. Porque el pueblo español fue el que quiso que así fuese. No unos entes malévolos y manipuladores que ordenaron la democracia. Algunos no quieren escuchar al pueblo. Aquí se votó en libertad después de Franco, y con los amigos de Podemos, los batasunos, matando. Y reescribir la historia, como hizo el Pablo de Cuéntame con marqueses y barones manejando el cotarro, sólo puede achacarse a una locura colectivista de esta peña.

Se pudo hacer mejor, pero desde luego no con las fórmulas caducas de este movimiento asambleario. La gran mayoría de los topicazos que vomitó en sede parlamentaria iban dirigidos al, cada vez más exiguo, electorado podemita. Arrieros somos, que las elecciones vienen de nuevo.

No contentos con el resultado de la votación, sólo les interesa el resultado si ganan, amenazan con volver a plantear una votación en Navidad. Estos menos ponerse a trabajar en cambiar las leyes, lo que haga falta. Es el poder lo que les interesa, y lo mejor que nos puede haber pasado es que se les conozca en los sitios que gobiernan. Ya veremos, que esto es más complicado que hacer mareas, círculos y asambleas.

Estuvo faltón, y por momentos maleducado. Esa arrogancia, Pablito, que mal la llevas. Parece que sólo has leído tú en este mundo. Algunos hemos leído entre la EGB antigua y el BUP caduco algo más que tú, pero claro, sólo tú y Monedero sois los guardianes de las esencias intelectuales patrias. ¡Anda, y háztelo ver!

La sesión parlamentaria no te dio ni para tu minuto de gloria, y mira que hablaste. Pero como todo lo que ibas a decir lo sabía el gentío de la calle, pues se quedó en lo de siempre. ¡Que te jode tela que la gente no te vote lo suficiente para mandar! Qué vamos a hacer. Será que no confían en ti.

Acabó el serial con un impresentable Hernando. La referencia personal que hizo a Irene Montero era para que hubiese dejado su acta en ese mismo momento. Pero el filibusterismo ha acampado en este Congreso para quedarse. Si los argumentos políticos se esconden en la crítica a la vida privada, una nueva política hace falta. Hay demasiada mala gente cobrando del erario público con baja educación. Pablo no se merece nada más que crítica política, que hay para darle. Pero si uno cae en la bajeza moral de lo privado, entonces, su posición política es repudiable. ¿Nadie en su partido le llamó la atención? Pablo no vale nada, y Hernando tampoco.