Si nos paramos a pensar en disparates como el que decía al parecer el presidente de las Juventudes Socialistas del Elche sobre lo que disfrutaba violando a bebés, en los atentados que amenazan nuestra seguridad en cualquier esquina o en la violencia que invade el mundo, podemos llegar a la conclusión de que el mal habita entre nosotros y que además va ganando la partida por goleada. Parece que no hubiera refugio posible frente al horror, que nos acecha en las portadas de los periódicos, entre otras cosas porque tal vez sea lo que reclame el público, noticias espantosas con las que poder saciar su morbo. Las buenas noticias se dejan siempre para el final de los telediarios, como si fueran la paja que se mete para rellenar unos minutos, siendo por lo visto muy importante para muchos el problema fiscal de Ronaldo. ¿No es todo esto ridículo?

Y, sin embargo, tengo muestras palpables de que la bondad también existe y creo de necesidad decirlo bien alto, para que también se sepa. Afortunadamente sigue habiendo gente buena, gente que se relaciona con los demás desde el respeto y el cariño, dándose incluso algunos casos de gente más evolucionada que se preocupa por los demás y hasta les brinda su tiempo gratuitamente. Como muestra de ello, la semana pasada asistí a una ceremonia de altas en Proyecto Hombre. Tras dos años y medio de dura lucha, doce personas consiguieron la preciada alta terapéutica. Atrás quedaban momentos muy duros, en los que más de uno confesó que había estado a punto de tirar la toalla. Pero por suerte no lo habían hecho. Gracias a su tesón, a la ayuda de sus familiares, muchos de los cuales habían sufrido también mucho por causa de las adicciones de estos usuarios, y desde luego al magnífico equipo de profesionales del centro, que lidera Consagración Jareño, estas personas habían alcanzado ese momento soñado desde el día que entraron allí a tratar de recuperar el rumbo de su vida. Si ustedes no han asistido nunca merecería la pena que fueran al menos una vez, para escuchar de primera mano esas historias de superación personal tan brutales, que no pueden por menos que conmovernos.

Hoy quiero poner el acento en la parte menos visible, pero fundamental, no sólo de Proyecto Hombre, sino de muchas organizaciones desde las que se ayuda a los demás. Se trata de los voluntarios. Voluntarios que merecen un reconocimiento, por dar mucho a otros sin esperar nada a cambio, lo que alimenta la esperanza de que aún existe amor en el mundo y que por tanto no está ni mucho menos todo perdido.