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Javier Cuervo

El cristiano de la banca

El infortunio nunca se le espera a media tarde porque ocurre de la noche a la mañana. «De la noche a la mañana» es el santiamén, el periquete de la ruina. De la noche a la mañana suceden las cosas que se hacen con nocturnidad, pareja de hecho de la alevosía, que es traición o cautela para el delito.

El pasado martes, seis de junio, trescientas mil personas se acostaron siendo accionistas del Banco Popular y se levantaron con que el banco valía un euro que pagó el Santander. Se dice que cuando algo se compra por un euro vale menos. De la noche a la mañana, 300.000 accionistas perdieron lo invertido en ese banco.

Los pequeños accionistas tienen un gran enfado y se oyen voces de que les habían vendido a Emilio Saracho, el nuevo presidente, como el Cristiano Ronaldo de la banca. Sería mejor que los accionistas dijeran que Cristiano Ronaldo es el Warren Buffett del fútbol, porque indicaría que tienen más cultura en el juego financiero que en el futbolístico. Pero en algún sentido, Saracho fue un Cristiano: cobró 9 millones de euros por 107 días de trabajo.

Estuvo tan poco tiempo en el banco y tenía tanto quehacer que no encontró ni un minuto para comprar una sola acción del Popular. Su consejero-delegado, Ignacio Sánchez Asiaín, no llevaba un mes, así que con más motivo perdió sus oportunidades de perder dinero.

En otro sentido, esos accionistas enfadados temen que su Cristiano Ronaldo les haya metido un gol en propia puerta porque Saracho ha hecho la mayor parte de su carrera en el Banco Santander.

La cascada de reclamaciones deja muchas dudas: o los accionistas no saben perder o no saben las reglas del juego o no saben el nombre del juego o la bolsa es tan dudosa como el fútbol.

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