Casualmente en el día en el que todos nos despertábamos sacudidos por el macroincendio de un edificio de 24 plantas en Londres, los bomberos de nuestra provincia ponían a prueba la capacidad de los equipos que manejan en su día a día para evaluar si están preparados para hacer frente al fuego en un inmueble de 23 alturas. El test no podía ser más oportuno, y, lógicamente, no queda otra que quitarse el sombrero ante el Consorcio Provincial de Bomberos por iniciativas como esta. Ahí está, sin ir más lejos, el incendio de hace mes y medio en la planta 14 de La Chicharra, en la Albufereta. Ahora bien, de poco sirve evaluar los medios materiales que tenemos, si luego los parques de la provincia están bajo mínimos, como ha sido la tónica en los últimos años. Cierto es que el diputado de Emergencias, Jaime Lloret, anunció en el mes de abril que, de los 503 bomberos que hay ahora en el Consorcio, se pasará a 597 a finales de este año y a 612 en 2018. En ese momento, en el Área Operativa del Baix Vinalopó, desde la Diputación, cifraban en 83 el número de efectivos que hoy por hoy atienden la zona, y se fijaban como objetivo alcanzar los 95 de aquí al primer trimestre de 2018. Lo peor es que un informe de la propia institución provincial admite que la plantilla que integra el parque de Elche y el subparque de Crevillent es la que más salidas y horas hace de la provincia de Alicante y que, como mínimo, debería haber 110 bomberos, y 120 para llegar a un nivel óptimo. Por eso, está muy bien poner a prueba la capacidad de los equipos en edificios altos, pero, si no hay personas que los manejen, servirá de bien poco.
