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Rogelio Fenoll

Zoido no usa la bici

Julio es el mes en el que se concentra la mayoría de los accidentes de ciclistas y está a la vuelta de la esquina. Admiro a esos tipos que son capaces de meterse en una carretera como la N-332, atestada de tráfico, sobre un chasis de apenas una docena de kilos y con la única protección de su propio cuerpo ante la posible arremetida de un vehículo de, al menos, mil kilos, lanzado a 70 por hora o mucho más.

Da miedo pensar lo que pueda ocurrir este verano. A principios de mayo sonaron todas las alarmas con el masivo atropello de Oliva. Salió entonces el ministro Zoido a anunciarnos que en pocos días su departamento nos anunciaría una serie de medidas para atajar la siniestralidad de los ciclistas. De manual de político ante una tragedia: aparecer en los medios para no decir nada, aunque a mí, lejos de tranquilizarme, me preocupó más. Diez días después, y casi media docena más de ciclistas muertos en España, Zoido ya tenía las medidas.

La primera es esta: «Realizar un estudio en profundidad de los accidentes con víctimas de los últimos años con ciclistas implicados para averiguar las causas, tipología, zonas de alta peligrosidad, etc». Que a estas alturas Interior tenga que hacer un estudio para saber qué esta pasando parece humor negro, malo y sin gracia. ¿Acaso ignora que la N-332 es muy peligrosa en todo su recorrido porque confluyen tráficos de diferentes características: camiones, coches, motocicletas, ciclocomotores y bicicletas, cada uno de un tamaño, velocidad y peso distintos, que han fallecido 400 ciclistas en solo una década en las carreteras españolas y que Alicante es la tercera provincia en muertos?

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