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Luis Muñiz

La manija del "procés"

Guardiola, el medio volante soberanista, da una clase sobre autoritarismo y democracia

El exjugador de la selección española de fútbol Pep Guardiola se descolgó este soleado domingo (en Barcelona) con una petición de ayuda "exterior" para "hacer frente a los abusos de un Estado autoritario". Desde su sueldo anual de 25 o 30 millones de euros, Pep bajó la pelota al suelo y la raseó para asistir a Puigdemont, que ahora tiene una buena ocasión de metérsela a Rajoy pegada al poste (aunque sólo si el gallego comete antes el error de llamar a un par de defensas leñeros para que le den en las espinillas al ariete del flequillo). Como entrenador del Manchester City, Guardiola puede prestar un gran servicio a la internacionalización del "procés", en horas bajas porque a los actores políticos de peso les importa un rábano el devenir de la cuestión, a menos que al guardameta, ya digo, se le fuera la mano con el tenor de la defensa (y son ecuánimes: tampoco les importa el golpe de mano, éste sí, que se busca dar en Cataluña, con leyes de desconexión que se escamotean a la oposición y planes de romper jurídicamente con un Estado democrático en cuestión de horas). Naturalmente, el exentrenador del Barça puede hacer lo que le pete con su vida en la ciudad de Joy Division y los Smiths y ahora (desgraciadamente) también de Ariana Grande, y después de su arenga del domingo es seguro que el 1-O, como el 9-N, pirará partido para estar en Barcelona y votar, pues "cuando hay tanta gente que lo pide, no hay leyes que lo impidan". Pero una cosa es el sentimiento y otra la razón, Pep, y eso lo saben bien los miles y miles de muniqueses que te pidieron una Champions y no se la diste. Porque los resultados, como el tiempo y la ley, son los que son. Igual ocurre con el referéndum que tan emotivamente exigiste anteayer, y salvo que se sea una eficaz manija o medio volante del juego demagógico, o se tenga la mandíbula de granito de Mas, no habría problema en reconocerlo. "Tanta gente", ¿cuánta gente es? ¿El 37% de los catalanes con derecho a voto que el 9-N se postraron ante las urnas de cartón, 2.305.290 hombres y mujeres de los que el 80% respaldó el Estado independiente? ¿Qué parte del 63% restante, que se quedó en casa, hubiera votado también que sí? ¿O ya estaban desmovilizados en 2014? Para evitar que ocurra otro tanto el 1-O se ha pensado en Guardiola, pero el resultado, en realidad, depende de la defensa que plantee Rajoy. Y de la tensión en las gradas y los vestuarios ante el choque que se avecina. (Y me refiero, ahora, a las elecciones que están al caer).

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