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Tiene que llover

Denominación de origen

Este 15-J se cumplen 40 años de la primera pasada por las urnas en una época aquella en que, de los «40 años», se hablaba hasta la extenuación. Y sin embargo, la diferencia de bloques son considerables porque vienen de raiz. Los primeros tardaron en digerirse por efecto de la posguerra y sus derivados y éstos da la impresión en ocasiones de habérnoslo bebido. También es verdad que ha habido que empinar lo suyo para pasar ciertos tragos. Mientras que los críos viven hoy en comunidad a través de las múltiples aplicaciones de sus chismes, los de los sesenta lo hacían deleitándose en blanco y negro con las aventuras del Llanero solitario y El Santo, aislados en la salita. Fomentar el individualismo es una buena táctica para que la gente no se arremoline. Pero, como no es fácil poner puertas al campo, los dueños de las fábricas se encontraron con que sus nietos formaban parte de una célula de la Joven Guardia Roja. Obreros y estudiantes de la mano resquebrajaron el andamiaje y, tras alcanzar el sufragio universal empujando desde muchos frentes y superando sangrientas convulsiones, empezaron a compartirse plazas de todos los colores en la que se entremezcalaban camisas azules bajo añorantes bigotitos afilados y senadores veinteañeros que por entonces hasta se veían marxistas. Pero los efectos ópticos verdaderamente dañinos no se larvan de un día para otro. Meses antes de aquel 15-J, un periodista y escritor pecero oyó en una celda contigua de la Dirección General de Seguridad una voz conocida. Era la de un miembro del frap que una década después formaría parte en su tierra del gobierno socialista, con posterioridad de uno del pepé y que ha vuelto a la trena, pero por hacer de su capa un sayo con los fondos públicos. A pesar del cambio histórico, qué mal rollo. De la amnistía por todo un compromiso hemos pasado a la fiscal de los potentados tunantes y eso que andamos como andamos, o sea dando tumbos medio rescatados. Parece claro, pues, qué dirán dentro de 40 años. Que sí joder, que fuimos santos.

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