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El verano y los conflictos

La primera semana de huelga de los estibadores se acaba de saldar con más de 36 millones de euros de pérdidas y un seguimiento cercano al cien por cien. De no alcanzarse un acuerdo, los paros volverán a partir del día 19. Nada que alegar. El derecho sindical es irrenunciable, aunque se trate de un colectivo privilegiado con magníficas condiciones salariales y plenos poderes para decidir quién puede o no incorporarse al selecto grupo de la estiba. Se acerca el verano y cunde el temor de la gente a ser tratados como rehenes o ciudadanos de segunda: en la distribución de mercancías, el transporte público, los centros de salud, la hostelería o los alojamientos turísticos... En esta provincia ya hemos sufrido la tiranía de varios veranos consecutivos de huelgas en el Tramnochador, ese magnífico invento del tranvía nocturno por la costa que aporta seguridad y reduce la siniestralidad en la carretera, sobre todo entre los más jóvenes. A las puertas de las Hogueras, miedo me dan el sindicato de maquinistas y los factores del tráfico ferroviario, otro gremio que disfruta de excelentes condiciones de trabajo y que se prodiga en conflictos laborales cuando más daño pueden hacer sus paros. El recorte del personal sanitario y el cierre por las tardes de los centros de salud de Elche y Alicante es otro de los clásicos estivales a los que nos vamos acostumbrando mal que bien, sea el Consell del color político que sea. Y este verano vuelven a cerrar. Uno se ilusiona con que durante las vacaciones el conseller Marzà nos daría un respiro en sus conflictos permanentes; pero no, la conflictividad la tenemos asegurada por tierra, mar, aire y ferrocarril. A disfrutar.

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