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Sin inversión vale poco la repulsa

Después de los tres últimos asesinatos de este fin de semana, las estadísticas oficiales elevan la cifra de las víctimas del machismo a 28 mujeres y a cinco menores en estos primeros cinco meses del año; las extraoficiales apuntan un poco más alto. Las reacciones, como es lógico ante este siniestro panorama, no se han hecho esperar. Mensajes de condolencia, tuits de repulsa, concentraciones... Y, sí, todo eso está muy bien. Sin embargo, el problema es que sirve de poco si las palabras no se acompañan de hechos. De nada vale condenar estos atroces asesinatos, pedir unidad o vanagloriarse de impulsar un pacto de Estado contra la violencia de género si luego no se ponen recursos. Que los presupuestos generales del Estado destinen algo más de 47 millones de euros a la lucha por la igualdad y contra la violencia machista es un insulto. Si lo que se busca es acabar con esta violencia estructural que se dirige hacia las mujeres sólo por ser mujeres habrá que empezar a dedicar más dinero... Para que los juzgados de violencia sobre la mujer no estén en muchos casos sobrecargados y puedan dar una respuesta adecuada a las denuncias, para mejorar la coordinación entre los distintos agentes que intervienen en el proceso de atención a la víctima y que eso evite trámites innecesarios y trabas en situaciones ya de por sí bastante dolorosas y complicadas, o para facilitar el acceso real a las maltratadas a sistemas de protección y de apoyo. Es necesario invertir en eso, y también en educación y formación. Hace unos días, al hilo del argumento de una película que, oído lo oído, debía ser un tributo al machismo, dos mujeres, en una conversación de cafetería, culpabilizaban a las víctimas de malos tratos alegando poco menos que eso les pasaba por «aguantar», y que, en el fondo, a muchas les gustaban las «relaciones tóxicas». La Fiscalía, hace sólo una semana, pedía en Elche una multa de hasta 3.000 euros para una mujer por dar un «taconazo» a su marido después de que él la cogiera por el cuello en el transcurso de una pelea, mientras que para el hombre se solicitaban trabajos en beneficio de la comunidad. Y todo porque ella no presentaba ninguna lesión, según el parte médico. Sólo son dos ejemplos de los muchos que se suceden día tras día. De ahí la importancia de educar en igualdad a las nuevas generaciones, y de mejorar la especialización de los profesionales. Sólo así se podrá parar esta sangría, pero para eso hacen falta recursos. Los mensajes de repulsa no bastan.

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