Me resulta tremendamente difícil escribir o decir algo, en estos momentos tan complicados para el franjiverde, más después de un nuevo salto al vacío en Getafe. Allí acudí, como muchos aficionados, tras la bofetada recibida ante el Mirandés, con más corazón que convicción, a arropar al equipo, a tirar de él para que arrancase ya, pero mis sensaciones eran otras, después de haber escuchado a lo largo de la semana, hasta la saciedad, y en boca de jugadores, las mismas palabras de siempre, palabras que suenan huecas, vacías, sin garra, sin fe, sin alma.

Ya en el Coliseum Alfonso Pérez, equipo y afición calentamos en la previa al unísono, parecía que había conexión y que fluiria la corriente, pero tras el arranque del partido, pronto se produjo el temido cortocircuito, fue un querer y no poder, y a pesar de que en la segunda mitad asomaron indicios de recuperación, al final apareció el enemigo de siempre, el propio Elche, con sus errores puntuales, para cosechar la sexta derrota consecutiva.

El final del encuentro fue muy doloroso para la sufrida afición ilicitana, aparecieron las lágrimas, la desesperación, la sensación de impotencia, la rabia, que en determinados momentos no se pudo contener, sobre todo cuando algún jugador, escondido en el verde, no tuvo ningún rubor ni sensibilidad, al mostrar su estado de desenfado y ciertas risas, ante los ojos de aficionados que se encontraban hundidos a las puertas del estadio del Getafe, bien las pudo guardar para otro momento, pero de donde no hay no se puede sacar nada. Nos encontramos en una situación crítica, y en modo alguno pretendo responsabilizar a Vicente Parras del devenir del equipo, que ha heredado totalmente destrozado, por las dentelladas de lobos con piel de cordero, dejándolo mutilado, jugadores sin cabeza, sin piernas y algunos sin corazón, que había que recomponer, aunque fuese a trozos, y volver a darles vida.

No dudo de que Vicente lo está intentando por todos los medios, pero ahora no es suficiente, se necesita algo más, y en estos tres últimos saltos, se ha hecho el vacío, creo que no ha estado acertado, y mi decepción es total, sigue contando con gente que estimo que no están por la labor, no están por nada ni para nada, no suman ni dentro ni fuera, no es necesaria una revolución, pero sí un revulsivo, y ello hay que hacerlo con valentía y decisión ya. Ahora hay que conseguir hacer ese triple salto mortal hacia adelante y con tirabuzón. Sí, sé que es muy difícil, sobre todo cuando después de 39 ensayos ni siquiera hemos hecho ni un doble salto, pero ¿y por qué no?

Sobran las palabras, pero para el domingo ante el Reus, hay que encontrar una que sea mágica, clave, que sea la chispa que nos reactive, no gastemos la poca energía que nos queda en ser catastrofistas, en autodestruirnos, no caigamos en la indiferencia. ¿Me ayudáis a buscarla? Aglutinemos un último esfuerzo para que no se rompa el hilo de vida del que pendemos. QUERER ES PODER. ¡¡MUCHO ELCHE!!