El XVIII Congreso Nacional del PP no escatimó esfuerzo alguno en poner en alza nuestros valores y principios programáticos, nuestra unión y democracia interna, con una vuelta de tuerca contra la corrupción. Así, la apertura de «un canal interno de denuncia» de conductas reprochables es algo más que palabras.

Con ello, el mensaje es claro: unión, democracia interna, transparencia en la gestión, reprobación y expulsión de quienes han abusado de nuestro partido actuado irregular o ilegalmente en su propio interés.

Siguiendo así la estela marcada por Génova, me pregunto: ¿cómo es que en Elche el PP pueda ser una excepción?

Con independencia de la unión que todos deseamos, ésta no se puede construir sobre una mentira, pues al final todo sale a la cara y se terminan perdiendo las elecciones municipales.

Para consumar esa voluntad de cambio tenemos las asambleas y los estatutos. Estos últimos ponen letra a las obligaciones del equipo de dirección entre los cuales está la transparencia de las cuentas, en particular cuando éstas proceden de las cuotas de los afiliados. Sumirse en una «zona de confort» para no dar explicaciones o argumentar estar «missing» sobre el destino dado a los más de 80.000 euros de los afiliados no son ni pueden ser las actitudes ni respuestas que se esperan de políticos decentes.

Para consumar esa voluntad de cambio, además de las asambleas y los estatutos, cobra especial importancia la dignidad del político. En tres años no hemos oído ni una sola palabra del equipo de dirección que satisfaga el legítimo derecho de los afiliados de saber qué pasó con su dinero, donde está y a qué se destinó. Se esgrime la tesis de que tal dinero fuese simulado y eso que para algunos carece de importancia para la legalidad se llama estafa electoral que sirve para obtener ventaja frente al adversario en una asamblea. Ello sin valorar el perjuicio que causa a la democracia.

Para consumar esa voluntad de cambio, no se puede argumentar en sede policial «desorganización del partido» para no justificar el destino de los 80.000 euros recaudados en la última asamblea. Tal declaración solo demuestra, cuanto menos, una total incompetencia, inaceptable por la transcendencia que pueda devenir para el buen nombre y los nobles objetivos de nuestro partido, máxime cuando el partido es una organización política con una dirección que tiene que velar por su correcto funcionamiento. Bastaba con haber dado respuesta a más de la centena de denuncias internas, además de recursos ante todos los órganos, burofaxes y requerimientos notariales, por no contar las innumerables referencias en los medios de comunicación.

Bastaba con que se hubieran dado explicaciones en sede local para no tener que ver envueltas las siglas del PP en sede judicial y no nos encontráramos hoy con un recurso de apelación sobre un auto de archivo provisional que, como bien indica la palabra, es simplemente provisional y, por tanto, ni arregla nada en el PP ni exime tampoco a nadie de culpa. ¿Por qué tanta ocultación? ¿Por qué tanto silencio, disimulo y auto exculpación? Es como si temieran perder algo.

El PP de Elche tiene una nueva oportunidad. Para eso están las asambleas y sus equipos de dirección, para dar una muestra de la democracia que debe presidir cualquier organización política, corregir el rumbo si éste ha sido equivocado, mantener, si así lo deciden sus militantes, a quienes han tenido el privilegio de regir los destinos del partido o, en su caso, removerlos si su actuación no ha sido la correcta o no han cumplido las expectativas para las que fueron elegidos

El PP es una grandísima organización, la mejor, y ello no puede ser una excepción en Elche. La unión por el interés del partido (no por la propia de cada uno), la humildad y la transparencia interna nos pueden llevar de nuevo a conseguir lo perdido en las pasadas municipales.