Como suele decirse, la palabra es sagrada. Con ella creamos realidades psicológicas, coordinamos nuestros esfuerzos y compartimos nuestros sentimientos. Pero la expresión oral puede emplearse también para manipular, para tergiversar los hechos, para herir a los demás. Por ello, un buen entrenamiento para detectar este tipo de usos y protegernos de ellos resulta enormemente interesante, en nuestra opinión. Veamos algunos ejemplos:

«Todos pensamos que estás trabajando mal». Una sentencia de este calibre podría constituir una manipulación. Es frecuente que las personas busquen refuerzo para sus planteamientos sugiriendo que su opinión está apoyada por el resto del grupo, sin que necesariamente sea así. Ocurre que normalmente no verificamos este tipo de afirmaciones porque quedamos demasiado bloqueados por la carga emocional del mensaje. La recomendación sería plantearnos: «¿Realmente todos piensan eso?».

Un caso similar lo encontraríamos en una acusación del tipo: «Es obvio que tu ejecución fue incorrecta".». Realmente se está presuponiendo la obviedad del asunto, y esto es más bien algo subjetivo. Lo que para unos es obvio, puede que para otros no lo sea.

«Eres un irresponsable». El verbo «ser» entraña estabilidad de la característica, a diferencia del verbo «estar» que denota mayor transitoriedad. Cuando decimos que alguien es irresponsable estamos asegurando que lo ha sido y lo será por mucho tiempo. Debemos cuidarnos mucho de aceptar estas definiciones de nosotros mismos, que afectarán a nuestra autoestima.

«Me sacas de quicio». Es poco probable que una persona pueda sacar de quicio a otra. Esta afirmación es, en realidad, una acusación que carga de culpabilidad al interlocutor. Sería más correcto expresar: «Me pongo nervioso cuando tú haces tal cosa». Si el otro me saca de quicio no podré hacer gran cosa para evitarlo, pero si entiendo que soy yo el que reacciona ante un hecho, podré buscar soluciones autónomamente.

«¡Anímate! Venga, vamos a bailar. No seas aburrido». Este tipo de propuestas, que tanto molestan a las personas introvertidas o a aquellas que tienen un mal día, suelen verbalizarlas personas igualmente tímidas que buscan a otro con quien ocultar sus propios bloqueos. «Lo siento, pero se está realizando un reajuste de plantilla». Los eufemismos son un modo de evitar asumir la responsabilidad de las acciones, o de lavar la imagen. Además, las frases con el verbo en modo impersonal -se está realizando-, eximen de responsabilidad. No existe un sujeto de la acción a quien poder reclamar.

«No comprendo cómo has podido llegar tarde». Esta forma tan frecuente de construir un reproche no significa realmente que no lo comprendamos, sino que no nos gusta lo que ha ocurrido. Se trata de una dificultad para aceptar la realidad, y tomar decisiones en base a ella.

Como vemos, identificar adecuadamente la intención implícita en cada mensaje puede ayudarnos enormemente a posicionarnos.