He de reconocer que entre mis muchos defectos se encuentra la ingenuidad. Pero lo bueno que tiene ésta es que, en ocasiones, te trae agradables sorpresas como ver a un muerto, ya enterrado y en estado de putrefacción política, resucitar el pasado domingo a pesar de los pesares -de los pesares y para pesar de algunos, mejor dicho-.

Yo también lo di por muerto. Incluso los días posteriores a su caída en desgracia se le veía en los medios pálido, indefenso, la mirada perdida, buscando comprensión, un abrazo, un oído generoso que acogiera su no es no, con las carnes todavía abiertas, como un auténtico walking dead, balbuceando, incrédulo, desde las entrañas: ¿Tú también, Hernando, hijo mío?

Luego los príncipes, tan de sangre roja como rojos por la sangre, fueron pasando uno a uno, pala en mando, arrojando tierra sobre su ataúd, no fuera que alguien dudara de con quién estaban, entre ellos, los valencianos ...

¡ Pedro, ay dolor, rosa marchita! ¿Ya estás aquí, de nuevo, entre los vivos? Me duele el PSOE. Y eso, a pesar de mi ingenuidad, la misma que me llevó, de nuevo, mea culpa, a leer el editorial-maldición de El País el pasado lunes. ¡Y qué brutos! ¿Cómo se te ocurre, Pedro? Nos has engañado, eres un demagogo, un mentiroso, un canto de sirena que estrellará nuestra nave contra las rocas con falsas promesas, eres un adefesio democrático como el Brexit, como Trump, como el referéndum colombiano. Poco te pasó, Pedro. Lo que el aparato ha decidido, que no los cuestione la militancia. Y yo que pensaba que había sido una cura de democracia, una reconciliación con nosotros mismos, el mejor PSOE, el irreductible, el vivo, el que aterroriza al PP y atemoriza a Podemos, el que públicamente avala, pero libremente vota. Pero, ¿quiénes somos nosotros, la militancia, vulgo llano, para decidir nada? Prietas las filas, teníamos que haber hecho como el PP, el dedo de Dios, el que todo lo sabe: y el muerto al hoyo y la viva al bollo o a la Secretaría General.

Noche aciaga la del domingo en las sedes del partido, caras largas en Elche, malos augurios, digestión pesada para algunos; para otros, la esperanza, la ilusión y el cambio; y para otros, traje de luces, la vuelta al ruedo. Domingo de pasión, lunes de dolor. Política de trincheras. Ahora, la unidad. El aparato del partido en Elche propone una lista conjunta para elegir a los delegados al congreso provincial. Pero, ojo con las interpretaciones y cuidado con los arribistas. La militancia ha dicho que quiere participar y quiere decidir. No hay cheques en blanco. No hay estigmas. Es el momento de nuevas caras, de nuevos aires, ni más jóvenes ni más viejos, pero no contaminados. En cuanto a los arribistas, no más muertos vivientes, por favor. Parémonos a distinguir, como decía el poeta, las voces de los ecos. Es el momento de la altura política, del paso atrás: difícil, generoso y honesto, que permita ir hacia delante y abrir nuevos espacios donde quepan nuevas opciones. Y más después de semejante sopapo.

Nunca un muerto dio tanta vida. La militancia ha hablado: ¡Pedro, levántate y anda!

Muchos estarán rumiando estos días los versos de Hölderlin:

Oh Parcas, haced sonar vuestras tijeras, ya que mi corazón pertenece a los muertos.