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Joaquín Rábago

Jerarquía reaccionaria

A veces hay noticias en la prensa que le alegran a uno: por ejemplo, la del nombramiento como cardenal por el papa Francisco del arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.

Dicen quienes entienden de cosas vaticanas que ese nombramiento supone una bofetada a la mayoría conservadora de la Conferencia Episcopal, que el pasado marzo desairó a ese mismo prelado.

Es el segundo nombramiento como cardenal, tras el del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, de alguien que parece alejado del rostro más antipático, por profundamente reaccionario, de la jerarquía eclesiástica española.

Este último es el que representan, por ejemplo, el cardenal Rouco Varela, de infausta memoria, o Antonio Cañizares, a quien elevó al cardenalicio el papa emérito, Benedicto XVI.

La Iglesia sigue teniendo entre nosotros un poder que no se corresponde con el ideal de sociedad laica a la que muchos aspiramos como europeos y demócratas.

Nos repugna profundamente la imagen de aquellos obispos que vemos saludar en las fotos al invicto caudillo con el brazo en alto o las que muestran al general Franco bajo palio.

Pero hay quienes parecen todavía añorar aquellos tiempos y no se han resignado aún al "aggiornamento" que supuso el Concilio Vaticano II y que muchos parece que quisieran revertir.

El papa Bergoglio no es ni de lejos un revolucionario, sobre todo en materia de fe, pero basta que mostrase cierta comprensión, uno diría que profundamente cristiana, hacia los homosexuales o los divorciados para un sector de nuestra jerarquía se rasgara las vestiduras.

Hay muchos entre nuestros incorregibles jerarcas que, a juzgar por los anatemas que pronuncian, parece preocupar mucho más lo que ocurre en las alcobas que la injusticia del actual orden social o la rampante corrupción económica y política.

Si el papa argentino se preguntó en cierta ocasión quién era él para juzgar a alguien por su condición de "gay", esos fundamentalistas no parecen albergar ninguna duda: lo único que buscan quienes defienden el matrimonio homosexual es "destruir a la familia como en la URSS marxista".

Son éstas palabras del cardenal Cañizares pero que no hubiesen desentonado en la España de Franco. Dicen que tenemos un país democrático y un Estado laico, pero o no es cierto o algunos parece que aún no se han enterado.

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