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Juan José Millas

Feliz jornada

En la mesa de al lado, una mujer le pregunta su marido (supongo que es su marido) si le duele la cabeza.

-Soy «yo» el que le duelo a mi cabeza -responde el hombre subrayando el pronombre, como si acabara de descubrir esta nueva forma de daño.

Nunca se me habría ocurrido que «yo» pudiera dolerle a mi cabeza. Siempre he pensado que era ella la que me dolía a mí. La perspectiva cambia por completo. Si «yo» soy el causante del dolor, en vez de tomar una pastilla contra la neuralgia, debería tomarla contra el «yo». ¿Hay remedios contra el «yo» en el mercado? No lo creo. En todo caso, tampoco me atrevería a preguntarlo en la farmacia.

-Perdona, llevo dos días doliéndole a mi cabeza. ¿Qué me recomiendas?

Estoy viendo la cara de mi farmacéutica, a la que, por cierto, debo ya tres recetas de tranquilizantes. La gente está acostumbrada a que los órganos molesten al «yo». No al revés. Como si los pronombres personales tuvieran menos capacidad que el hígado para amargarte el día. Pero los pronombres personales duelen. El mundo está lleno de mujeres a las que «él» mata, y al revés. Hablamos de matar en sentido figurado. También el «ello» puede provocar un malestar insoportable. Hay días en los que te levantas con una incomodidad imprecisa que llevas a todas las partes y que no tienes ni idea de dónde procede. Yo te lo digo: del «ello». El ello es un pronombre raro, oculto en la zona del páncreas, muy cerca del agujero por el que se accede al inconsciente, esa gusanera de deseos reprimidos. El «ello» se encuentra ahí, en la frontera entre lo manifiesto y lo latente. Por lo general, no se percibe su existencia. Pero hay días en las que se inflama y provoca el desasosiego difuso al que nos referíamos.

El «nosotros», otro pronombre a considerar, también es muy suyo. Te invitan a cenar a una casa en la que enseguida percibes un ambiente hostil. ¿Qué ocurre? Que a la familia anfitriona se le ha ulcerado el «nosotros». Un nosotros ulcerado puede fastidiar una reunión de amigos. Cuidado, en fin, con los pronombres y feliz jornada.

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