La historia de los humanos, maliciosamente, tiene la costumbre de recordar el pasado, pero no se repite, no se repite pero se apoya en parecidos que pueden desconcertar. Todo cambia, no todo y a veces el cambio no es para mejor. ¿En qué se parecen, por ejemplo, la Cruzada de los Niños del año 1212 y esta nueva cruzada de niños que, en 2017, viajan por Europa solos, sin sus padres ni hermanos mayores? Los familiares facilitan el viaje, lo alientan. Quizás cuando esté allí, piensan, podrá ayudarnos o se conforman, al menos, con que puedan comer y no morir en un bombardeo o secuestrados y convertirse en niños soldados y las niñas prostituidas; también hay niñas soldados, también hay niños prostituidos.

La historia no se repite, no puede, pero los parecidos son dramáticos, desesperados. Bertolt Brecht, en un poema (que ha sido también canción) se refiere a aquellos desfavorecidos de 1212, «por los caminos, en rebaño hambriento...» que le recuerda tanto a las bandadas de niños solos vagando por las carreteras y campos en la Segunda Guerra Mundial.

La documentación sobre la insólita Cruzada del siglo XIII es confusa y poco creíble, pero es posible que 20.000 a 30.000 niños se embarcaran en una fatídica aventura promovida presuntamente por la aparición de Jesús a uno de ellos con el mensaje mandato de embarcarse al Santo Sepulcro. En circunstancias extremas, cuando la hambruna reinaba todopoderosa, aquellos niños, según Brecht, se desplazaban saqueando las aldeas en busca de comida; muchos murieron hambrientos. Pretendían llegar a Jerusalén, al Santo Sepulcro. La expedición fue un desastre. Algunos mercaderes pusieron siete barcos a disposición de los sobrevivientes. En la travesía hacia Alejandría dos de los barcos se hundieron. A Alejandría llegaron unos 2.000 niños, que fueron vendidos como esclavos por sus rescatadores.

UNICEF hoy, 800 años después, reitera su llamamiento para que se proteja a los menores migrantes y refugiados no acompañados que han llegado a Europa. UNICEF asegura que están en grave riesgo, sufriendo abusos, violaciones, explotación y puede que algunos hayan sido secuestrados por traficantes de órganos. Esta organización de las Naciones Unidas asegura que 95.000 menores, el pasado año 2016, estaban viviendo esta situación. La Interpol calcula que uno de cada nueve menores está en paradero desconocido.

Muchos niños y niñas llegan en pateras a las costas europeas solos. Sus padres venden todo lo que pueden vender para que al menos, algunos de sus hijos pueda emigrar. Hay un parecido entre la Cruzada de los Niños y esta nueva «Cruzada» en sentido contrario. En ambos casos murieron y mueren muchos menores y no pocos de los que sobreviven están condenados a la esclavitud. Hace ocho siglos la esclavitud era legal y actualmente no, pero sigue existiendo y se ejerce sin escrúpulos contra el más pobre, contra el más indefenso.