Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Óscar R. Buznego

¿Avance o retroceso?

El significado de la victoria de Pedro Sánchez

La victoria de Pedro Sánchez es clara e inapelable. Participó un 80% del censo, la votación transcurrió con absoluta normalidad y el vencedor obtuvo más de la mitad de los votos válidos a candidaturas, de manera que en el caso de estar prevista no hubiera sido necesario realizar una segunda vuelta.Fue derrotado únicamente en tres secciones y, excepto en cuatro federaciones u organizaciones autonómicas, consiguió una diferencia sobre el segundo aspirante de más de diez puntos.

Los afiliados del PSOE han optado por dar un paso atrás para retomar el camino imaginario que discurre por la izquierda sin adjetivos, del que se presume que el partido había sido apartado traicioneramente. La decisión tiene algo de insólita, porque está adoptada por una militancia envejecida, que aprecia la estabilidad, y supone que una organización maltrecha elige como jefe a alguien que no ha superado ninguna de las pruebas de un buen liderazgo. Por eso, el hecho abre de nuevo todos los interrogantes que caben en relación con la política. Interesa en primer lugar comprender el significado del voto a Pedro Sánchez. Hemos visto la fascinación que ha provocado en algunos de sus seguidores, pero esta no parece razón suficiente. Es posible que estuviera motivado por el deseo de castigar a la presunta causante de los sucesos de octubre pasado, la candidata derrotada. Quizá los militantes tengan la voluntad de renovar el partido, en cuyo caso habría que preguntarse en qué va a consistir la refundación. O pudiera ser que la elección de Pedro Sánchez obedezca a una firme decisión de revisar la abstención del grupo parlamentario socialista en la investidura de Rajoy. El discurso de Pedro Sánchez durante la campaña, diáfano, no deja lugar a dudas sobre la línea política que va a seguir. Seguramente, resituará al partido en una oposición rotunda, sin concesiones, al gobierno del PP. Y este movimiento traerá cambios en el panorama político. El sistema de partidos estará formado por dos bloques minoritarios, uno a la derecha formado por el PP y Ciudadanos, otro a la izquierda con el PSOE y Podemos, y un tercero, más heterogéneo y disperso, en el que se encontrarán los partidos nacionalistas, que permanecerán a la espera de la mejor oportunidad para practicar el intercambio habitual con el gobierno de la nación. El panorama político se clarifica, pero a base de polarizarse. Las expectativas que ha levantado el resultado de la elección son tantas que Pedro Sánchez no podrá cruzarse de brazos. Tendrá que actuar rápido y ofrecer cuanto antes a los afiliados algo de lo prometido. Y aquí empieza a desgranarse un ramillete de nuevas preguntas. La más urgente es la respuesta que debe dar al ofrecimiento de Podemos de retirar su moción de censura si el PSOE presenta otra con urgencia.

La iniciativa de Podemos está muy calculada y persigue varios objetivos a la vez, entre ellos poner en un serio aprieto a su rival en la izquierda. Pero sería arriesgado responder a este envite dejando al margen al grupo parlamentario, mayoritariamente alineado en la abstención ante el gobierno de Rajoy, incluso sin esperar a la celebración en junio del Congreso y a que se constituyan de nuevo los órganos de dirección del partido. El efecto que hubiera tenido en el interior del partido una victoria de Susana Díaz es imprevisible, pero resulta fácil especular con que habría sido un factor de relativa estabilidad temporal para la política española. Su constante apelación a la autoridad de los lí- deres socialistas históricos, un discurso apocado e insustancial, y su alargada sombra que oscureció el trabajo de la comisión gestora, le llevaron a una dolorosa derrota, de la que debería aprender a moderar su sentido patrimonial del partido. Los afiliados del PSOE han preferido volver a las andadas y reescribir la historia, con el propósito de que las cosas vuelvan a su orden natural. Habrá que ver cómo lo hacen. De momento, el partido ha sufrido el domingo una dislocación de pronóstico reservado y la política española avanza atropelladamente, la corrupción del PP, la cuestión catalana y el percance socialista por medio, hacia la culminación de esta crisis, que ya dura demasiado.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats