Dolores Ibárruri Gómez, Pasionaria (Gallarta, Vizcaya, 1895 - Madrid, 1989), nació en una comarca minera y fue la octava de once hijos de una modesta familia campesina de tradición carlista y católica. La única herencia que recibió fue una profunda fe religiosa a través del Apostolado de la Oración y la devoción a la Virgen Dolorosa. La biblioteca de la Casa del Pueblo de Gallarta le condujo a cambiar de fe: del catolicismo al socialismo. A los 17 años trabajó como criada en un café y allí conoció a un minero socialista, Julián Ruiz, con el que se casó en 1915. El matrimonio tendría seis hijos: Ester, muerta a los tres años; Rubén (1920-1942, muerto en la defensa de Stalingrado y héroe de la URSS); las trillizas Amagoia, muerta al poco de nacer, Azucena, muerta a los dos años y Amaya, la única superviviente que vive en Madrid; la sexta hija, Eva, murió a los tres meses en 1928.

Pasionaria utilizó por primera vez su seudónimo en un artículo publicado en 1919 en El Minero Vizcaino. Al año siguiente ya formó parte de comité provincial de Vizcaya del recién fundado Partido Comunista. A partir de ahí una larga travesía por la clandestinidad, las detenciones y la ofuscación política al considerar a los rivales de la izquierda, socialistas y anarquistas, como «socialtraidores». Pasados los años de la Dictadura de Primo de Rivera en los que el PCE de Vizcaya alcanzó poco más de 200 militantes, enmascarados en la directiva del club de fútbol Oriente FC o con conferencias que se llamaban, por ejemplo, de Pamplona y que luego se celebraban en Bilbao como la de marzo de 1930, Dolores Ibárruri se incorporó a la redacción de Mundo Obrero en Madrid en 1931, lo que de hecho supuso su separación conyugal. Durante la II República mantuvo el criterio de que se trataba de una «república burguesa» a la que había que combatir y entro por primera vez en la cárcel a finales de 1931 -por encubrir a un implicado en un choque entre socialistas y comunistas- y en marzo de 1932 por llamar asesina en un mitin a la Guardia Civil. En 1932 fue ascendida al Buró Político como secretaria femenina y al año siguiente se presentó a las elecciones de noviembre por Asturias con 17.954 votos, el 6,5%, quedando fuera del Congreso. En diciembre de 1933 fue por primera vez a la Unión Soviética y del pleno de la Internacional Comunista salió la idea de las Asociaciones de Amigos de la Unión Soviética -en Elche se creo una de esas asociaciones durante la guerra al igual que una calle dedicada a la Unión Soviética- y del Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo presidido por Dolores Ibárruri y donde participaron también mujeres no militantes del PCE como Clara Campoamor, Victoria Kent o Aurora Arnáiz y otras que sí acabaron siendo comunistas como Constancia de la Mora y Caridad Mercader.

La revolución de octubre de 1934 dio popularidad a Pasionaria a través de la ayuda a huérfanos e hijos de encarcelados. Organizó un viaje a Asturias con la Organización Pro Infancia Obrera y de nuevo fue detenida y conducida a la cárcel de Oviedo. Tras ser liberada vivió en la clandestinidad y salió de España ilegalmente para asistir al VII Congreso de la IC que decidió la formación de frentes populares contra el fascismo. En febrero de 1936 sí obtuvo escaño por Asturias con 170.497 votos y un 52,7%.

Fue la Guerra Civil la que convirtió a Pasionaria en una figura mundial. Célebres fueron sus lemas «¡No pasarán!» pronunciado el 19 de julio de 1936 en Unión Radio o el «¡más vale morir de pie que vivir de rodillas» en un mitin en París el 8 de septiembre del mismo año. Durante la guerra se integró en la estructura suprema de dirección del PCE y tuvo una nueva relación sentimental con el joven ferroviario Francisco Antón. Tras el golpe de Casado, abandonó España desde la posición Yuste en la finca El Poblet del término municipal de Petrer. En la URSS se encargó de la colonia de unos 4.000 españoles, hombres, mujeres y niños y fue miembro titular del Presidium de la Komintern. Tras el suicidio del secretario general del PCE José Díaz en 1942, pugnó y ganó la secretaria general del partido contra Jesús Hernández. En 1945 se estableció en Toulouse con la recomendación del propio Stalin de que se abandonara la lucha armada y la penetración en la estructura de los sindicatos verticales franquistas lo que se conocería como «entrismo».

En 1950 se vio obligada a abandonar Francia y pasó los siguientes 27 años entre Moscú y Bucarest, sede esta última de Radio España Independiente. En 1960 abandonó la secretaría general y se convirtió en presidenta del partido con Santiago Carrillo como nuevo secretario general. Por fin, en 1977 de nuevo Pasionaria fue diputada y acabó siendo simplemente Dolores para todos los comunistas españoles y uno de los nombres célebres de la historia contemporánea de España y Europa.

Lo que acabamos de contar forma parte de una sucinta biografía publicada en un magnífico libro de Historia de España que citamos al final de este artículo, no apto para personas de orden que sigan creyendo que la II República fue un fracaso clamoroso y que Franco nos libró del comunismo y nos llevó por los caminos de la prosperidad y la democracia.

Pasionaria tiene monumentos en Glasgow, Leganés, Miranda de Ebro o Bilbao y calles dedicadas en toda España (Bilbao, Almería, Puerto de Sagunto, Gijón, Alcobendas, Avilés, Córdoba, Alzira, Barakaldo, Andújar, La Felguera, Málaga, Vitoria-Gasteiz...).

A nadie se le ocurrió arrancarla del callejero, salvo en Elche, pero de nuevo vuelve a formar parte de su nomenclátor. En su biografía la parte más cuestionable de su comportamiento político tuvo que ver con quienes fueron sus propios camaradas. Por citar solo dos casos, los de Fernando Claudín o Jorge Semprún. Otras valoraciones están, como sugiere el historiador Fernando Hernández Sánchez, entre la hagiografía y la execración.

FUENTE: Hernández Sánchez, Fernando (2012), Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo en VIÑAS, Ángel, ed., En el combate por la Historia. La República, la Guerra Civil, El Franquismo. Pasado?esente, Barcelona, páginas 791-806.