El deslizamiento hacia los extremos es una tentación que solo resisten los fuertes y éstos no suelen constituir mayoría» es una frase que el entonces diputado de la CEDA, Jesús Pabón, escribió en los momentos previos a nuestra guerra civil. Eran momentos en los que el diálogo entre partidos diferentes desapareció como herramienta política y se cambió por los gestos ostensibles, insultos de todo tipo y el menosprecio al contrario. Queda en la historia el famoso enfrentamiento en las Cortes entre los diputados Calvo Sotelo y Dolores Ibárruri, que según algunas fuentes acabó con la frase de esta última amenazando al primero de que aquel había sido su último discurso.

No me gusta mirar atrás para que esa visión permita poner en riesgo nuestro futuro, pero sí que es importante que no olvidemos los errores cometidos y por supuesto que aprendamos de ellos.

No pude más que recordar aquellos tristes sucesos tras el lamentable espectáculo que ofrecieron muchos diputados del gobierno y del Partido Popular en la sesión de las cortes acerca de las propuestas de cierre de aulas en colegios concertados.

El espectáculo se inició con la aparición de todos los diputados populares ataviados de una camisa blanca, casualidad según ellos pero que se enfrenta a toda la teoría probabilística. Luego con la portavoz del PP, señora Bonig, colocando una camiseta reivindicativa en el estrado de oradores. No hace falta irse muy atrás en la hemeroteca para comprobar las opiniones de unos y otros acerca de la política basada en lemas escritos en camisetas para darse cuenta que se han cambiado los papeles, Los ciudadanos no podemos dejar de asombrarnos.

La sesión continuó con los insultos a la corrupción del PP, las referencias en ambos sentidos a los mandamientos del «No Robarás y No mentirás», las competiciones de ver quién es el más católico de la cámara. Como colofón final, la respuesta del síndic de Compromís, Fran Ferri, con su «Es curioso que vistan con camisa blanca cuando están en la oposición, mientras que cuando gobiernan ponen ladrones de guante blanco». El espectáculo circense acabó con la salida en tropel de todos los diputados populares.

Los unos y los otros han dado un claro ejemplo de lo que no es política y mucho menos de lo que no es educación. Las políticas educativas son consenso entre todos, porque su alcance es mucho más superior a varios mandatos de un equipo de gobierno.

No obstante, la actual reducción de aulas en la concertada por parte del bipartito socialista-compromís puede ser entendida de la misma forma que cuando en mandatos anteriores, el gobierno popular las incrementó. Parece demostrado que el coste por alumno de un aula concertada es menor que el de una pública, pero también es cierto que si hay vacantes en la educación pública no parece razonable concertar dichas plazas.

Además, creo que nadie debería sorprenderse de que esto iba a ocurrir si gobernaban ambos partidos. Otra cosa es que mucho de los que entonces los votaron, ahora se rasgan las vestiduras. Pero deberían aprender que más que ver los anuncios de televisión es razonable leer los programas electorales.

Pero no debemos olvidar que es razonable exigir al gobierno valenciano que hubiese sido más objetivo y menos sectario al decidir que aulas eran las que debería cerrar en primer lugar y que no se dedicase a hacerlo en las que tenían una demanda suficiente. Esto ha permitido que se aceptase algún recurso planteado por el tema. Por supuesto, lo que no tiene ningún sentido es cambiar aulas concertadas por barracones.

Educación pública y concertada no son enemigos. La segunda se origina en los momentos en los que la primera no podía cubrir todas las necesidades de forma satisfactoria. Pero el discurso de los irresponsables es otro, parece que unas roban los recursos de las otras y ya hemos entrado en el espiral de los insultos, camisetas reivindicativas y manifestaciones. Nada de dialogo, nada de acuerdos, nada de educación y nada de mejoras en la calidad de la formación que reciben nuestros jóvenes.

Si me permiten pedirlo, yo exigiría a todos los diputados de las Cortes Valencianas que vieran el video de su actuación y escribieran una redacción sobre la misma. Si sintieran vergüenza, a lo mejor decidían trabajar conjuntamente y sosegadamente en el tema. Pero, si no sintieran vergüenza yo ya no podría dejar de estar preocupado al saber en las manos de quienes estamos.