Nuestro alcalde, con notable entusiasmo, nos invita a sumarnos con su misma ilusión a la peatonalización de la Explanada, con idénticos criterios a como se hacía en épocas ya remotas: prietas las filas y el horizonte puesto en un idílico porvenir.

Indudablemente no seremos nosotros los que nos opongamos a la peatonalización de la Explanada, como no creemos que ningún alicantino lo haga, por el enorme beneficio lúdico, turístico, comercial e, incluso, inversor que supondría para la ciudad, dado el punto de modernidad que ello supondría.

Todos pues de acuerdo sobre este punto, cosa nada fácil de conseguir en los tiempos que corren.

Pero ahora viene la continuación: que hay que hacerla y la cosa no es nada, pero que nada baladí, porque si lo fuera, ya la habrían peatonalizado nuestros ilustres antepasados.

Para hacer dicha peatonalización, el Alcalde nos habló de cifras e inversiones, en nuestra opinión un tanto optimistas, como suele hacerse habitualmente en otras muchas obras públicas, que han generado frustraciones, litigios y un montón de zarandajas de todos los calibres en los procesos que las desarrollan, cuando las mismas se basan mucho más en planteamientos nebulosos, que en realidades cimentadas en suelos técnicamente consistentes y prósperamente boyantes, y no en los que nos ofrece en la actualidad una Comunidad en quiebra y una ciudad en una provincia económicamente asfixiada, incapaz de desarrollar todo lo que necesita, en prioridades que superan ampliamente nuestra querida y deseada peatonalización.

Sobre esto último, a título meramente ejemplar, una prioridad beneficiosa para toda la provincia, incluida la propia ciudad, sería la de prolongar el tranvía hasta la estación, hacer un simple y sencillo apeadero en la misma y levantar un edificio adyacente, que en su parte baja sea una estación de autobuses y en su parte alta ,con un número de plantas a determinar, un parking y depósito de coches de alquiler, resolviéndose así las funciones de una estación intermodal a un coste sumamente asequible, que solventaría un serio problema de transporte para un número muy elevado de pasajeros que llegan actualmente a la estación.

Al mismo tiempo, esta solución ya liberaría el notable espacio visualmente agresivo que ADIF destina a estacionamientos, tanto en la parte norte como en la parte sur de la estación, que podría empezar a integrarse en un plan de viabilidad urbanístico serio y bien planificado de todo el conjunto, en vez de los brindis al sol al que nos tienen acostumbrados.

Volviendo al asunto de la peatonalización, lo que el alcalde expuso y nos dejó perplejos, al menos en la parte que nos toca, y al margen de que asumamos con alegría las inversiones prometidas por nuestro presidente Ximo Puig en un arrebato de penitente por el maltrato que hacen con sus presupuestos a los alicantinos en favor de Valencia, es la explicación «técnica» justificativa de cómo la ciudad iba a digerir funcionalmente nuestra querida y ansiada peatonalización.

Creemos recordar que nuestro alcalde vino a decirnos algo así como:

«La ciudad creemos que absorberá orgánicamente el tráfico que actualmente circula por la Explanada y si la ciudad no lo hace y colapsa, siempre tenemos como alternativa para resolver el colapso la desviación del tráfico por la bocana de la dársena interior del puerto construyendo un puente».

Dicho con todo el respeto y con el único interés de apoyar su propuesta, nos atrevemos a decirle que las cosas no pueden plantearse y justificarse así, porque al margen del poco rigor técnico de su sustentación, creemos que la solución del puente no es solución: ni cabe, ni resulta procedente por el impacto visual que lleva consigo el diseño propuesto.

Ya el Colegio de Ingenieros de Caminos de Alicante, a través de su delegado D. Andrés Rico, le apuntó como solución más viable para esta circunstancia: El túnel.

El túnel, al margen de su impacto visual nulo, sí cabe porque sus rampas de acceso son como mínimo del orden de la mitad de las que exige el puente y, por otra parte y en contra de lo que pueda parecer, no resulta excesivamente problemática su construcción. Un cajón pretensado hueco, que puede construirse en cualquier parte en seco, puede llevarse flotando y en un dragado previo del fondo, sumergirse y tener resuelta la mayor parte del túnel sin excesivos alardes técnicos.

Esta alternativa, de hacer el túnel, no puede ser realizada a posteriori, porque la ciudad no podría asumir el colapso de tráfico que supondría el mismo, si fallase el que orgánicamente no pudiera asumir el tráfico que en la actualidad circula por la explanada, cosa que creemos firmemente sucederá.

El túnel tendría que realizarse antes, como una inversión previa, que al margen de cualquier alternativa de seguridad, supondría un bien añadido para la ciudad en cualquier circunstancia, si la generosidad del Sr. Puig tiene a bien considerar, después de completar las restantes obras necesarias y que nuestro Alcalde prometió en su nombre, como actuaciones previas.

Y ya metidos en harina, nuestra primera autoridad citó la posibilidad de insertar una línea tranviaria por todo el frente litoral llevado por su entusiasmo, sin parase a estudiarlo y reflexionarlo con mucha más cautela, especialmente cuando las cosas se dicen desde el corazón ,sin exponer datos técnicos de tipo alguno sobre la demanda de viajeros que justifiquen una inversión de tal magnitud; recordemos que hace unos años se cerró precisamente el ramal del tranvía que finalizaba en el Postiguet por falta de viajeros.

Tenemos nuestras dudas sobre la supresión del escalextric, porque resuelve con suma comodidad un cruce problemático, que con un buen estudio geométrico podría mantenerse a su nivel sobre la necesaria rotonda prometida, resolviendo las alternativas circulatorias necesarias. El escalextric está plenamente integrado, no hace daño a nadie y su impacto visual es mínimo. Bajo esta hipótesis: ¿Qué razones existen para prescindir del mismo? Alguien tendría que ponerlas sobre el tapete antes de suprimirlo.

Esperamos no haber molestado a nadie con nuestras reflexiones, que solo pretenden contribuir al debate puesto sobre la mesa por nuestro alcalde en beneficio de la ciudad de Alicante, tal y como él solicito en el Hotel Meliá días atrás.