En varias intervenciones públicas realizadas recientemente por el conseller Marzà, padre del decreto de plurilingüismo del gobierno de la comunidad valenciana, éste ha afirmado que el objetivo del nuevo plan lingüístico es que todos los alumnos de bachillerato dominen "de verdad" tres idiomas: valenciano, inglés y castellano.

No obstante, lo que desprende la norma es otra cosa totalmente diferente. El decreto establece que la lengua mayoritaria sea únicamente el valenciano, dejando un rincón para el castellano y otro para el inglés. Concretamente los futuros planes de estudios prevén que cerca del 60 por 100 de las asignaturas se impartan en valenciano, un 20 por 100 para el castellano y el restante 20 por 100 para el inglés en la casi totalidad de las escuelas y colegios.

Al final del bachillerato, según mantiene el políglota Sr. Marzà, los alumnos recibirán un certificado B1 de inglés, un C1 de valenciano y "un no se sabe qué" de castellano. ¿Dónde está el plurilingüismo? ¿Dónde está el dominio de los tres idiomas pontificado "urbi et orbe" por el conseller nacionalista?

Todos los expertos en la enseñanza del inglés saben que un nivel B1 permite una comunicación sencilla siempre y cuando tu interlocutor te hable de manera l-e-n-t-a y c-l-a-r-a. Puedes pedir una habitación en un hotel, elegir comida en un restaurante y farfullar sobre el tiempo que hará mañana. Pero, como el recepcionista del hotel quiera cobrarte el triple por la habitación reservada, obviamente estás apañado. A no ser que optes por gesticular, dar manotazos alterados en el aire y jurar en arameo.

Con un nivel B1 de inglés no te enteras de la mayor parte de las noticias de la tele, menos si se trata de un medio como la radio. Ni tampoco puedes defender tu candidatura en una entrevista personal de trabajo € Todo esto se logra, según el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas, con el nivel avanzado, el nivel C1. El decreto Marzà habla de itinerario avanzado, empleando la misma terminología que el marco europeo, pero sólo certifica un nivel intermedio de inglés y no certifica el nivel de castellano (¿?).

Esto supone que sólo en la provincia de Alicante (donde hay más de 1.200.000 de ciudadanos castellano hablantes) los padres que utilizan la enseñanza pública no sabrán qué nivel de competencias tendrán sus hijos en su lengua materna al finalizar la enseñanza media. Sabrán, eso sí, que con el nivel B1 de inglés sus hijos podrán trabajar en los chiringuitos de la playa € mientras que los jóvenes que estudian en el Liceo Francés, el Colegio Alemán o el Colegio Británico podrán aspirar con su nivel avanzado de inglés a desarrollar una carrera profesional de su elección en cualquier lugar de Europa o del resto del mundo.

Cualquier observador imparcial llegaría a la conclusión que lo que el decreto de plurilingüismo pretende es consumar una política lingüística de asimilación. Convertir al valenciano en el idioma dominante. El idioma vehicular de la administración y de toda la sociedad.

Este es el credo del Sr. Marzà. Primero, impongamos la lengua y su cultura. Luego, rediseñemos la historia, hagamos un inventario de agravios históricos y, por fin, logremos la independencia. Al igual que sus colegas independentistas catalanes, él denomina este proceso "normalización cultural y lingüística del valenciano". Muchos creemos que es una gran patraña