Elche y sus barrios configuran en la actualidad una ciudad policéntrica, en la que cada zona procura el suministro de bienes y servicios a los ciudadanos que residen en las distintas áreas. Antiguamente los centros de las ciudades concentraban todas las actividades y abastecían al resto de la urbe, ahora cada barrio se autoconfigura para provocar una diversidad en la oferta y cubrir la demanda de sus habitantes. El barrio del centro poco a poco ha ido envejeciendo, disminuyendo su densidad de población (y poder adquisitivo) y los altos alquileres han mantenido su precio. Como consecuencia, muchos comercios dejaron de ser rentables y desaparecieron, se reinventaron y/o dieron como respuesta la precariedad laboral.

Con la implantación irracional del centro comercial de l'Aljub (modelo comercial importado de Estados Unidos para dar solución a una ciudad dispersa) comenzó la desbandada de tiendas y franquicias del centro hacia la gran superficie por diversos motivos: novedad, alquileres más baratos, o sensación de seguridad, comodidad y confort (las grandes áreas comerciales construidas en los extrarradios, y los coches que han monopolizado el uso de la calle, han contribuido a las destrucción de la calidad de la ciudad). Por este motivo el casco histórico abandonó su condición de centro comercial abierto para ser únicamente un casco histórico cada vez con menos historia (debido a la reiterada poca atención que se ha dedicado a la conservación del patrimonio). Para más inri, la economía y las decisiones políticas no ayudaron a paliar este efecto y la oferta cultural y de ocio también mermó, también cerraron los cines. Entonces alguien ingenuamente pensó que el problema era que la gente de otros barrios no bajaba al centro porque no podía aparcar, y se tomó la decisión unilateral de acabar con la esencia histórica y tradicional del centro para crear un contenedor anodino de coches y consumibles en el corazón de la ciudad. Mientras otras ciudades caminaban en sentido contrario, como es el caso de Pontevedra, nuestro municipio desechó planes tan ambiciosos de peatonalización como el informe de 1983-84 «transporte y tráfico en la ciudad de Elche».

El urbanismo y la configuración de las ciudades es una «ciencia» compleja de la que dependen diversos factores, Todos ellos deben estar supeditados a la calidad de vida de los que la habitan: no hay una solución magistral que dé respuesta automática, el problema no se resuelve sustituyendo patrimonio por aparcamientos. No se resuelve construyendo un inmueble sin calidad arquitectónica, no se resuelve haciendo tabula rasa sobre el patrimonio arqueológico del mejor «solar» público de la ciudad ni obviando los condicionantes de una trama urbana consolidada desde hace siglos. Los restos arqueológicos recién excavados bajo el edificio del mercado central constatan que ha sido una zona con muchísima actividad desde los primeros asentamientos que conformaron la ciudad. Durante la visita que hicimos a la excavación, uno de los arqueólogos nos comentaba que lo que se había encontrado corresponde a distintas épocas y que, lamentablemente, los que llegaban destruían parte para construir lo suyo, como bárbaros? ¿en qué nos diferenciaremos ahora nosotros si no sabemos poner en valor esta riqueza antropológica y borramos para siempre su memoria, su esencia histórica?

La revitalización del centro histórico pasa por explotar su SINGULARIDAD, lo que puede hacerlo diferente a cualquier otro barrio, a cualquier otra ciudad: su riqueza tradicional, arqueológica, patrimonial, histórica, cultural? «Promover la herencia cultural ayuda a afianzar la memoria y la identidad comunitarias, pero también a generar crecimiento y empleo» (el 27 de abril los eurodiputados dieron su aprobación final a la iniciativa que aboga por que 2018 sea el Año Europeo del Patrimonio Cultural). El centro histórico es el lugar idóneo para implantar comercio especializado, singular, incluso experimental (arte, artesanía, etc), aprovechar el espacio público, crear espacios compartidos? todo ello sin dejar de lado la producción económica local, el pequeño comercio y la innovación. Cabe destacar que la calidad de las ciudades también se mide por lo que se puede hacer gratis en ellas. Es necesario crear entornos urbanos de confort, amables con el peatón y respetuosos con el medio ambiente (a todos los niveles); son necesarias actuaciones de descontaminación urbana que inviten a disfrutar de la ciudad, a experimentarla y compartirla, y que sean capaces de devolverle su carácter humano sociabilizador. Es necesario buscar vías para que jóvenes emprendedores se sumerjan en un proyecto común de renovación y reconversión, que a su vez actúe como foco de atracción para visitantes y residentes. Es necesaria una acción conjunta entre administración y ciudadanía para lograr el cambio significativo que Elche anhela: la vía que provoque también que las franquicias cambien de estrategia y se muden al centro de las ciudades como empieza a ocurrir en capitales como Madrid y Barcelona. El centro de las ciudades además es un espacio para habitar, no sólo para consumir y que disfruten los turistas.