La primera vuelta de las primarias internas del PSOE, centrada en los avales, ha dado un giro inesperado para sorpresa de algunos. Tras una dura campaña en que los medios de comunicación del duopolio existente (coordinados no obstante) daban por supuesto que Susana Díaz obtendría una mayoría aplastante, los resultados dibujan un panorama completamente diferente. Los medios empiezan a asimilar que es real lo que está ocurriendo en las bases del PSOE (leamos algunos titulares: «Vivito y coleando», «Yo estuve en Surennes», «La realidad cruza la cara al susanismo», «Sánchez reforzado en la primera vuelta», «Un nuevo PSOE», etc), que no sólo hay partido, sino que la candidatura de Pedro Sánchez viene impulsada por un movimiento de cambio e ilusión que desborda cualquier cálculo interesado.

El mero hecho de que la ducha escocesa de los resultados haya paralizado y desconcertado a los partidarios de Susana Díaz, demuestra hasta qué punto el llamado aparato, la prensa de derechas y los poderosos despachos, daban la espalda a la realidad: todo un síntoma de que una parte importante de las estructuras del partido y de los cargos institucionales ha abandonado sus relaciones con las bases y no ha captado el movimiento de fondo que se está produciendo en el socialismo español desde hace tiempo.

Algunos, desde la miopía de quienes aborrecen la palabra cambio, pretenden pintar la situación como catastrófica para el PSOE y para España, un conflicto irresoluble que puede llevar a la ruptura: pero nada más lejos de la realidad. No acaban de entender que la historia más que centenaria de este partido ha estado jalonada de debates, de distintas corrientes y de respuestas diferentes a la luz de los datos y circunstancias que todo país atraviesa. Cualquiera que sea el resultado del voto del día 21, creo que, conforme a su tradición, será aceptado, y el partido se vertebrará en torno a las mayorías que democráticamente se alcancen buscando la integración del conjunto.

Tras la candidatura de Pedro Sánchez se aglutina un amplio movimiento que va más allá de su figura. Supone un giro a la izquierda, la puesta en marcha de un proyecto político que en su momento puede estar en condiciones de ser alternativa de Gobierno. Si Pedro Sánchez lo encarna es debido a la coherencia que ha demostrado a la hora de mantener la palabra dada a los electores: por la valentía de enfrentarse, como diría Shakespeare, a un «piélago de dificultades», a un entorno político preestablecido. Prácticamente sin medios, contando únicamente con el aliento de la militancia, Pedro Sánchez ha perseverado en el proyecto de construir un partido autónomo, libre de hipotecas, de izquierdas y de progreso social, señas de identidad que hace rato se habían perdido por el camino, como demuestra el hecho de que Rajoy siga en el Gobierno y que el PSOE esté atrapado en una lógica que lo convierte en irrelevante.

La crisis que está atravesando el PSOE es una versión de la crisis que, en general, afecta a la social-democracia, la fuerza política que ha sentado las bases del estado social en España y en otros muchos países, pero que, para salir de ella, es necesario replantear el papel que le corresponde asumir a una social-democracia renovada. De estas cuestiones, viene Josep Borrell, un intelectual comprometido, a presentar su nuevo libro en Alicante, Los Idus de Marzo. La crisis de la social-democracia y el futuro del PSOE, el próximo día 11, a las 19.30 en el Club INFORMACIÓN.

El título del libro, que evoca el asesinato a puñaladas de César, el amigo del pueblo, a manos de honorables patricios, sirve de analogía para expresar los sucesos del 1 de octubre pasado, cuando una suerte de conspiración defenestró a Pedro Sánchez, secretario general del partido socialista. Una cronología de los hechos acaecidos muestra muy acertadamente los hilos que se tejieron y el desenlace de la operación. El libro contiene además valiosos análisis, precisamente, sobre la crisis en que nos encontramos y los caminos que Josep Borrell propone para devolver a la social-democracia su papel fundamental en el progreso social de los pueblos, no solo por lo que refiere a España, sino al conjunto del espacio social y político europeo.