Donald Trump no va al cine. Habría visto Juegos de Guerra ( WarGames de Jhon Badham, 1983) y no le resultaría difícil comprender que en los conflictos nucleares no hay vencedores, ni vencidos. Que es un juego sin fin. Como en las tres en raya el resultado siempre es tablas. Después de haber descubierto el concepto de la Destrucción Mutua Asegurada («Ganador: Ninguno»), hasta el superordenador, -Joshua- automatizado de la Fuera Aérea Norteamericana lo confiesa a petición del joven hacker: el equipo ha llegado a la conclusión de que la guerra nuclear es «un extraño juego» en el que «el único movimiento para ganar es no jugar». Joshua cede el control de los misiles a los humanos del mando aéreo y se ofrece a jugar «un buen juego de ajedrez». El bisoño presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, seguro que tampoco ha ido al cine. Con ver desfiles al paso de la oca, colgarse de medallas y lanzar misiles tiene bastante entretenimiento. Ahora el presidente norteamericano manda la flota nuclear -no la primera, otra- y sitúa la barrera de misiles antimisiles en Corea del Sur, se supone que hará lo propio con Japón, y les pasará la factura a ambos. Y mientras busca la complicidad imprescindible de China, cuestión harto difícil, que se calla o advierte de las consecuencias.

Nikki Haley, la embajadora de EE UU en la ONU, ha dirigido un escrito el pasado día 18 al secretario general que dice: «Tengo el honor de comunicarle que, bajo la presidencia de los Estados Unidos de América, el Consejo de Seguridad celebrará una reunión temática sobre la desnuclearización de la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) el viernes 28 de abril de 2017». Recuerda que «el afán de la R.P.D. de Corea por obtener armas de destrucción en masa representa una de las más graves amenazas a la paz y la seguridad internacionales que se plantean al Consejo de Seguridad». Sólo en 2016, ha llevado a cabo dos ensayos nucleares y 24 lanzamientos de misiles balísticos, y ha declarado abiertamente que estos últimos han de servir de vectores para ataques con armas nucleares tanto dentro de la región como hacia otro continente. A pesar de seis resoluciones aprobadas por el Consejo desde 2006.

La nota de la embajadora no cita, sin embargo, el importante informe final (S/2017/150) que los expertos encargados dirigieron el 17 de febrero último al presidente del Consejo de Seguridad. En el mismo se constata que Corea del Norte «ha intensificado sus actividades prohibidas participando en un número sin precedentes de ensayos nucleares y relacionados con misiles balísticos», «incumple las sanciones comerciando con mercancías prohibidas», fabrica armas militares avanzadas y las comercializa, algunas se han interceptado; sigue exportando minerales prohibidos y los diplomáticos y misiones comerciales coreanas desempeñan un papel clave en todo ello.

Lo más sustancial y hacia adónde apuntan las recomendaciones del grupo es que «estas actividades ilícitas son posibles porque la R.P.D. de Corea sigue teniendo acceso al sistema bancario internacional». «Las entidades y los bancos designados han seguido operando en el entorno sancionado sirviéndose de agentes que tienen mucha experiencia y están formados en el traslado transfronterizo de dinero, personas y mercancías, incluidas las armas y el material conexo». «A pesar de que los Estados Miembros respaldaron el fortalecimiento de las sanciones del Consejo de Seguridad mediante la aprobación de dos nuevas resoluciones en 2016, por ahora este empeño no ha ido acompañado de la voluntad política, el establecimiento de prioridades y la asignación de recursos que hacen falta para aplicarlas de manera efectiva». Hay 26 países que mantienen delegaciones bancarias en Pyongyang y el grupo de expertos obtuvo información que demuestra que el International Bank of Martial Arts de Pyongyang ha prestado servicios a clientes extranjeros a través de cuentas de ahorros, préstamos y transferencias en yuanes, ha realizado transacciones en China y ha publicado directrices en chino e inglés para explicar a los clientes extranjeros el modo de transferir yuanes desde China. Las recomendaciones recogen en sus más de 300 páginas una relación de empresas extranjeras y conjuntas que prestan servicios a Corea del Norte. Habría que seguir por donde se había empezado con Obama: controlar el acceso al sistema financiero.

Mis amigos Gonzalo Eulogio o Dopazo también podrían sugerir a los empresarios cinematográficos un buen reclamo para los espectadores: «Ven al cine, no seas como Trump o Kim Jong-un».