La muerte de Felicidad Sánchez es una gran pérdida para Alicante. Ella, como pocos, ha sido durante décadas la voz de La Florida en particular y del movimiento vecinal alicantino en general, un movimiento por cuya cohesión luchó y que en la actualidad se encuentra dividido, con apenas nula influencia por el divide y vencerás que han venido aplicando con éxito todos los partidos en el gobierno de la ciudad de Alicante.

Felicidad, por cuestión de edad vivió momentos muy difíciles de la historia de este país y de esta ciudad. Quizá por ello tenía algo que tanto se echa en falta en la actualidad: pasión y amor por Alicante. Y desde esta perspectiva trabajó para lograr que la capital de la provincia fuera cada día un poco mejor. En algunas ocasiones se le escuchó desde el Ayuntamiento y en otras se le despreció sordamente alegando motivaciones políticas en lo que no eran más que justas reivindicaciones para hacer de Alicante una gran ciudad.

Quien la conoció no puede más que admitir que fue una mujer de bandera que nunca dio un paso atrás, respetada y querida por sus vecinos, aunque, como suele ocurrir con los grandes personajes de la pequeña historia local, insuficientemente por la ciudad en general.