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Primero de Mayo

Precisamente en el día en el que los sindicatos salían a la calle para exigir empleos estables, mejoras salariales, pensiones dignas, más protección social y la derogación de la reforma laboral, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aprovechaba el Primero de Mayo para agradecer a los trabajadores -eso sí, a través de su cuenta de Twitter- su «contribución a la recuperación económica» y para sacar pecho de que su Ejecutivo «trabaja para lograr más y mejor empleo». Tan convencido está de que la recuperación es un hecho, que, sin ir más lejos, hace unos días, durante su viaje a Brasil, no sólo alardeó de que España ha conseguido desde 2012 dar un giro de 180 grados a la economía, sino que hizo hincapié en que la receta pasa por las reformas que han puesto en marcha los suyos. Ahí está, vino a decir más o menos, el crecimiento del 3,2% del PIB en 2016 y con el que España se situó a la cabeza en la zona euro, y ahí están las previsiones que se manejan para este año, que ya se han revisado al alza, o el medio millar de empleos anuales que se crean. Se olvidó de decir que, pese a este nuevo «milagro económico», y pese a que las cifras macro se han disparado, aún hay muchos que están en el desastre total y absoluto, peor incluso que en los tiempos más duros de la crisis. Así lo muestra, por ejemplo, el Informe sobre el Estado Social de la Nación 2017, en el que profesionales vinculados a los servicios sociales, como se publicaba en estas páginas el domingo, alertan de que se está produciendo una mutación en el ADN de la sociedad española, hasta el extremo de empezar a configurarse una nueva, marcada por la pobreza estructural, mayor riesgo de exclusión social, precariedad, incremento de las desigualdades y ausencia de movilidad social. Por eso, quizás sería mejor que el presidente Rajoy, en lugar de dar las gracias a los trabajadores por su contribución a la recuperación, empezara a poner los mimbres para que ese cambio de ADN no se consume y que la recuperación no sólo recaiga sobre los hombros de los de siempre. El primer paso podría ser comenzar a poner los cimientos de un modelo productivo que deje de descansar en la precariedad y los bajos salarios, en un sistema fiscal injusto más interesado en premiar a las grandes fortunas, y en una protección social que poco a poco se va borrando. El primer paso podría ser ese, y empezar a poner coto a los corruptos y a la economía sumergida. De lo contrario, la recuperación sólo serán números y poco más.

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