Españoles, franceses, portugueses, alemanes, italianos, búlgaros, rumanos, eslovacos, lituanos, húngaros, checos, finlandeses, griegos, británicos, luxemburgueses? e incluso turcos y macedonios, muchos con doble nacionalidad. Somos los jóvenes que integramos los programas de prácticas de la EUIPO que aquí, en Alicante, compartimos el día a día de la gestión de las marcas y diseños europeos en la Oficina. Una Oficina que vivimos como nuestra y que es una de las 45 agencias repartidas por todo el territorio de la Unión. Casi todos nacimos después de la firma del Acta Única Europea de 1986, y por tanto, hemos crecido dentro de la propia Unión Europea; representamos a los Estados miembros de la Unión así como a los países candidatos, y estamos unidos por un interés europeo común. A través de este artículo, estamos cooperando para expresar nuestra visión conjunta de la Unión Europea desde nuestra experiencia, respetando así la diversidad que nos caracteriza.

Para nosotros, la Unión Europea significa protección, libertad e intercambio cultural, valores que sobrepasan las fronteras de nuestros propios países. Al haber crecido dentro de sus fronteras, damos por sentado las ventajas que nos otorga; beneficios, no obstante, que son vistos de manera natural, mientras que para otras generaciones han sido revolucionarios.

La Unión Europea es también conocida por ser abanderada en lo que a derechos fundamentales se refiere. Por ello, nos sentimos privilegiados y agradecidos de ser ciudadanos europeos. Gracias a principios básicos como la no discriminación, tenemos acceso a una cantidad notable de derechos concedidos de manera ecuánime para todos los ciudadanos. Incluso se garantiza un acceso equitativo a la justicia con un nivel de seguridad difícil de encontrar en cualquier otro lugar.

Nuestra generación considera el libre movimiento de personas el buque insignia de todos los beneficios que la Unión promueve. Gracias al Interrail, viajamos por toda Europa; gracias al programa de movilidad Erasmus, tenemos la oportunidad de estudiar en el extranjero; y gracias al reconocimiento de los títulos académicos, nuestras oportunidades de trabajo aumentan considerablemente. Todo ello nos permite ganar un mayor nivel de autonomía y emancipación, solidaridad, responsabilidad y tolerancia. No podemos imaginar tener que vivir en un solo país durante toda la vida pues hay demasiadas oportunidades ahí fuera que nos perderíamos.

Desde un punto de vista económico, el libre movimiento de capital, bienes y servicios también tiene un fuerte impacto en muchos aspectos de nuestro día a día. Es importante para nosotros poder viajar de manera económica, pero también permanecer digitalmente conectados con nuestras familias y amigos. Además, al compartir una moneda única, nos beneficiamos ?como consumidores? de una mayor seguridad en las transacciones, de tipos de interés más estables y una competencia más justa.

También los nuevos negocios y las pequeñas empresas tienen acceso al mercado único y se benefician de subvenciones y subsidios, lo que les permite competir en condiciones de igualdad y consolidarse en él. La Unión Europea garantiza nuestro acceso a productos de más calidad, que son más seguros gracias al bloqueo de mercancías peligrosas y el establecimiento de una serie de estándares de calidad. Muestra de ello es la pronta entrada en vigor de la marca de certificación de la Unión, la cual mejorará y reforzará nuestra confianza en los productos que se comercializan.

No obstante, más allá de preservar la paz, la Unión Europea encarna una identidad europea en torno a una serie de valores culturales, respetando la diversidad y riqueza que la Unión nos brinda.

Todos los Estados miembros tienen una cultura propia, si bien, en un mundo tan globalizado como el nuestro, nos sentimos europeos. La herencia cultural europea es nuestro tesoro y sabemos lo importante que es preservarla, ya sea algo tangible o teórico. Apreciamos el trabajo que las instituciones europeas han llevado a cabo para promover la cohesión mediante programas culturales, como los fondos sociales europeos o el nombramiento de Capitales Europeas de la Cultura dentro del marco del programa Europa Creativa.

Y pese a todo, somos plenamente conscientes de los problemas que la Unión está atravesando hoy en día. La falta de interés en el ámbito político nos preocupa enormemente. Los ciudadanos no se sienten del todo partícipes del proceso político y les afecta negativamente el exceso de regulación. Debido a esto, es difícil esperar unidad por parte de los Estados miembros en tanto las políticas internas y externas de la Unión Europea no pueden implementarse de manera efectiva.

Una solución podría ser ofrecer nuevas vías y más flexibilidad en el proceso legislativo. En una Unión como la nuestra, con 28 países miembros e incluso una mayor cantidad de grupos e identidades culturales, el diálogo intercultural es esencial para evitar situaciones de conflicto y marginación de ciudadanos por su identidad social. Este tipo de diálogo establece una serie de lazos comunes entre diferentes culturas, comunidades y personas, fomentando el entendimiento y la interacción. Pues sin la dedicación y sensibilización de todos los ciudadanos europeos, la Unión Europea no puede prosperar.

En cuanto a su futuro, es cierto que nos encontramos ante una época de cambios inciertos. Sin embargo, nosotros compartimos ese sentimiento de comunidad; un sentimiento que complementa la riqueza de nuestras diferencias y mantiene nuestra esperanza de que la Unión Europea mantenga su esencia. Buscamos un futuro con menos inestabilidad y más solidaridad, y depende de nosotros que esta unión no sólo sobreviva, sino que también progrese. Para los jóvenes del futuro debe ser más natural que nunca crecer entre diferentes culturas e identidades sociales, compartiendo unos objetivos comunes. Es por eso que la idea de confinarnos dentro de nuestras barreras nacionales parece ya un recuerdo lejano, porque la Unión Europea ha sido, es y será un motor para la paz y la estabilidad.

Firman este artículo : Samuel Alonso Cervera (España), Robert Benlloch Villagrasa (España), Marie Bernier-Richard (Francia), Isabel Blanco Esguevillas (España), Chatellier François (Luxemburgo),Lucy Cronin (Francia-Reino Unido), Maurizio Crupi (Italia), Francisca De Matos e Oliveira Santos (Portugal), Clara Ducimetière (Francia-Alemania), Javier Fernández Resúa (España), Lucas Flores Dreosti (España), Pilar García Alonso (España), María García Torrente (España), Marina Gironés Pascual (España), Eduardo Gómez Suárez (Francia), Ralitsa Ivanova (Bulgaria), Frosina Klisaroska (Macedonia), Vojtech Kropacek (República Checa), Päivi Emilia Leino (Finlandia), Patricia Martínez-Carrasco Mesa (España), Gloria Martínez Musabimana (España), Teemu Matikainen (Finlandia), Melissa Medina (España), Iván Melis Font (España), Rita Mikkola (Finlandia), Martin Nacevski (Macedonia), Noora Maria Arkia (Finlandia), Félix Ortuño López (España), Mattia Panese (Italia), Monika Petkute (Lituania), Vito Pati (Italia), José Quelhas (Portugal), Isabel Ramírez Frías (España), Salomé Roch (Francia), Katarina Satkova (Eslovaquia), Darina Sladka (República Checa), Belén Soriano Estévez (España), Anaïs Teston (Francia), Anca Tiu (Rumanía), Monika Trombitas (Hungría), Imgecan Turan (Turquía), Simona Vangelovska (Macedonia), Alexandr Vokálek (República Checa) y María Del Mar Zafra Puerta (España), becarios de la EUIPO.

Las opiniones expresadas

en este artículo no reflejan

la postura oficial de la EUIPO.