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España, aparta de mí este cáliz....

Cantaba César Vallejo en su último libro. Quiso poner belleza y entrega a la barbarie, mostrarle la luna y sus conjuntos a los que padecían la historia de la infamia, a la sangre derramada, a la locura desatada y a los niños de padres combatientes a los que animaba a ir a buscar a España si caía. Poesía para una guerra, belleza para el desastre.

Don Miguel el santo republicano de antiparras redondas sobre el pico torvo de águila, el gran halcón de hombros enjutos, el padre de la razón que le plantó cara al fascismo sin temblarle un músculo, dijo «me duele España». España siempre ha sido un país de duelos y quebrantos pero también un gran país aupado por el pensamiento, el arte y la ciencia. España ha sido y es una cetaria de intelectuales, artistas, científicos, filósofos, desasnadores de mentes cerriles, despabiladores de conciencias. Lástima que les tengamos tan poco en cuenta, lástima que los índices de lectura estén bajo mínimos, lástima que a pesar del legado de estos prohombres y promujeres (el corrector me subraya en rojo promujeres, prohombres no, qué cosas. Acabo de inventarme un neologismo) sigamos siendo engañados, vapuleados, sodomizados. Bajamos la cerviz como los toros descastados hasta que nos dan la puntilla en forma de desahucio, de preferentes, de subida de impuestos, de contratos de mierda, de latrocinio descarado, de injusticias. Nos tienen atontados con miserables planes de estudios, con programas de televisión absurdos, hueros, con el fútbol, que el pan y circo es más viejo que el mear (perdón) pero sigue funcionando. Ayer hubo una cacerolada en Génova. Desde luego una multitud no había. Ninguno de los medios se hizo eco porque todo es una burda pantomima. España se va al carajo pero nos quedamos repantigados viendo el «Gran Hermano». Ahora que están abriendo las cloacas del estado sin prisa y con pausa, que para los peces gordos la justicia camina con lentitud de buey, nos echamos las manos a la cabeza. Votamos puntualmente porque seguimos en la inocencia de que votamos democracia y no bandas criminales organizadas. Empiezan a caer pesos pesados, cabezas de turco, quizá, España es un paseo de barandas por los juzgados, un efecto dominó está en marcha porque los marrones empiezan a comerse en compañía, mensajes de aliento a delincuentes, funerales brazo en alto entonando con mucho sentimiento el cara al sol, organizaciones franquistas, melancólicos del antiguo régimen y nos alarmamos por el subidón de la extrema derecha en Francia. A don Mariano también le preocupa Venezuela que es lo primero que se le ocurrió para vestir de humo a doña Espe, la criadora de ranas. España es un esperpento, una charlotada sin gracia, el hazmerreír del mundo, que al mundo se le están olvidando los prohombres que sí hacían marca España, de la fetén, el mundo se queda con este macabro vodevil, esta absurda patraña, este nido de piratas y este redil de sumisos consentidores.

Si viviera hoy Unamuno, su dolor de España iba a quedarse en un dolorcillo de estómago que se pasa con bicarbonato. Este nuevo dolor de España no lo quitan litros de morfina en vena. Perdonen la rabia. «Perdonen la tristeza». Esto también lo dijo César Vallejo.

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