Es ya noticia muy conocida la publicada sobre el destino de gran parte de los alimentos de la sociedad actual. Nos recuerda que «un tercio de nuestros alimentos acaba en la basura, mientras 800 millones de personas siguen pasando habmre en el mundo».

Es la crisis de justicia y solidaridad. Crisis de justicia porque nuestra sociedad de consumo se ha converttido en sociedad de despilfarro. Crisis de solidaridad pues en las sociedades del bienestar conviven el despilfarro y la pobreza.

En Europa se tiran 89 millones de toneladas de alimentos. En Estados Unidos, 40 millones de toneladas se arrojan a la basura. Un tercio de los alimentos que se producen en el mundo son destruidos, con menoscabo de las necesidades de la población.

Del despilfarro europeo de alimentos, un 39 por ciento procede de los productores y un 14 por ciento de los servicios de catering y restauración. Un 42 por ciento es de los paticulares, que arrojan en las bolsas de basura, como media, 179 kilos de alimentos al año.

La frase evangélica que dice «nada se pierda» ( Juan, 6,12) en las escena de la multiplicación de los panes y los peces, significa que compartir solidariamente los alimentos no es asistencialismo, sino justicia.