Muchos de ellos, «nini», otros ni lo intentan y sólo unos cuantos ya saben de qué va la vida.

Tienen sexo fácil, dinero de papá o abuelos, y muchos lo tienen todo. Sus padres y abuelos ya se dejaron la piel para vivir mejor que las generaciones anteriores.

Son listos, preparados, críticos, saben usar las nuevas tecnologías y llevarán el timón en breve. Mi padre decía que los jóvenes siempre tienen razón.

Con todo, sigue siendo un colectivo fácilmente manipulable, ahora si no eres superprogre estás equivocado, en la Universidad se vuelven hacia los que no perroflautean y desde los púlpitos públicos se alecciona a las masas. Si no eres de ellos eres un facha y cualquier cosa está justificada en pos de la lucha contra la casta y la trama.

¡Qué pena que esos jóvenes no vean ni usen su espíritu crítico para detectar la manipulación a la que los someten los falsos progres de salón!

¡Qué pena que, ante su incapacidad en donde gobiernan, vuelvan una y otra vez al cutre discurso de la corrupción como único argumento de supervivencia! ¡Qué pena que desprecien la libertad de una manera tan antidemocrática y deleznable!

Qué peligro que se vuelva al insulto, la descalificación y el sectarismo y que ese discurso lo compren los más jóvenes, los más preparados, los más listos, sobre el papel. Todo esto este país ya debía tenerlo más que superado desde la transición.

Menos mal que hay otros jóvenes que no son ni ninis, ni eternos universitarios, ni avezados políticos in pectore, hay otros que curran, que se forman, que se van al extranjero y vuelven con experiencia y con ganas. Hay otros que sí podrán tomar timones, que sacarán las empresas adelante y que darán empleo a otros.

Un día irán a una ventanilla o a un banco y encontrarán a los que, ya apalancados, despreciarán a esos que se han tenido que buscar la vida sin enchufes y sin que sus papis les dieran faena o la consiguieran desde cargos electos u orgánicos.

También un gran número de ellos se darán cuenta de que el título es sólo un título, es importante pero hay que desarrollar el texto de la vida y del trabajo no sólo con el título.

Teresa, Juan David, Daniela, Sabina, Araceli, Lucía, Estefanía, Santi, Cristina, Jorge, Tano, Ika no llegan a los 30 y cada día trabajan, aprenden y se forman intentando tener su lugar, su hueco en el mercado, su futuro y lo conseguirán.

Con estos, los iluminatti lo tienen muy complicado.