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Mariola Sabuco

Investigado y humillado

En los plenos del Ayuntamiento de Alicante hace tiempo que no se habla. Allí se disparan palabras al más puro estilo de los wéstern. Ayer, sin ir más lejos, ajusticiaron al alcalde, Gabriel Echávarri, y hay quienes andan buscándole sustituto como sheriff. Se le ha organizado una comisión de investigación de los contratos fraccionados en Comercio y se le ha humillado al obligarle a readmitir a la funcionaria interina que despidió reconociendo que lo hacía por ser cuñada de su némesis, el portavoz del PP, Luis Barcala, quien le ha presentado una denuncia en Fiscalía porque entiende que ha prevaricado en Comercio.

También lo entiende la portavoz de Ciudadanos, Yaneth Giraldo, quien de damisela en apuros pasa con todos los honores a justiciera, pero sin juzgado de por medio, logrando el apoyo de Guanyar, Compromís y hasta del propio PSOE para determinar si el fraccionamiento de contratos del área que dirige el alcalde socialista incumple la ley, cuestión más que probable, ya que por eso han sido anulados.

El alcalde es en estos momentos un cowboy acorralado al que sus socios en el gobierno local -Guanyar y Compromís-, han dado la espalda en este asunto, aplicándole la máxima de Gary Cooper en Solo ante el peligro: «Un hombre siempre merece una segunda oportunidad, pero no le pierdas ojo». En esta posición se maneja Natxo Bellido (Compromís), lejos de ponerse de perfil, como él mismo aseguró. El portavoz del tripartito está hasta el sombrero del erratismo rampante del primer edil socialista y hay quien da por hecho que si las cosas siguen como hasta ahora, y no hay un cambio real, prefiere dejar el gobierno local y cabalgar por su cuenta.

El caso de Miguel Ángel Pavón (Guanyar), es diferente. Él es más un Clint Eastwood en La muerte tenía un precio. No le incomoda el enfado ni el espeso silencio de su socio socialista y no se le pasa por la cabeza abandonar el tripartito. Ni pestañea al dejar claro que si se demuestran irregularidades en el área que gestiona el alcalde, correrá la sangre y a estas alturas para todos queda claro la de quién será.

«Echávarri es el problema», desenfundó el popular Luis Barcala hacia los socialistas en lo que se podría entender como pienso que necesitáis un nuevo sheriff, mientras el alcalde le invitaba a reír: «Ríase Luis, ríase, que está tenso». En pleno duelo, el primer edil socialista le reprochó al del PP que su palabra «no vale un duro de cobre» y el popular le correspondió con que «usted es indigno como alcalde y como persona».

A John Wayne no le habría gustado lo que hizo Echávarri. El alcalde admitió que se había equivocado en las formas en el despido de la cuñada de Barcala, pero no en el fondo, y pidió disculpas. Para el dios del lejano oeste americano disculparse era un signo de debilidad a evitar porque te hace difícil sobrevivir. Pero el regidor socialista abundó en el registro Scarlett O'Hara, en Lo que el viento se llevó, cuando defendió que el despido de la funcionaria le permitía pasear por Alicante con la cabeza alta «y que mi hijo sepa que su padre luchó para que tuviera las mismas oportunidades que los hijos de Barcala o los de la cuñada de Barcala».

Entre los disparos de ambos saltó la noticia de que Echávarri y Barcala tienen sus secretos. El alcalde desveló que se había reunido con el popular para contarle antes que a nadie su proyecto del puente en el Puerto para ensanchar la Explanada y el edil del PP reveló que habían hablado del Golden Gaby «y de otros asuntos sobre los que me pidió discreción». Las palabras de Barcala se convirtieron en un bálsamo apaciguador y los presentes nos quedamos expectantes por saber mientras rápidamente se pasaba a otra escena.

El amor lo puso en el pleno la concejal Nerea Belmonte, exGuanyar, quien se convirtió en la mejor compañera de fatigas del alcalde. Le defendió como nadie en el grupo socialista se habría atrevido a hacerlo. Incluso trató, sin éxito, de distraer la atención: «¿Por qué no investigamos todos los contratos menores que se hacen en todas las concejalías?». La edil sorprendió. No discutió con Julia Angulo. Solo con Pavón.

Pero para inesperado colofón, la intervención del secretario del Ayuntamiento. Una vez aprobado que habría que readmitir a la funcionaria, con el voto en contra del PSOE, aseguró que no tenía efecto jurídico y que no era vinculante, algo que por primera vez señalaba sobre un asunto aprobado en el pleno en el que el equipo de gobierno haya sufrido un revés. Sin ir más lejos no se hizo advertencia alguna con el parque de perros del parque Lo Morant con el que sufrió Guanyar. Esto lo aprovechó el alcalde para, fuera de micro y con el pleno finalizado, lanzar al PP un «pues al final no se readmitirá», para ya desde Alcaldía asegurar que lo haría por ser un demócrata.

Pero para colgar el The End en esta historia hubo que esperar a por la tarde. Echávarri, el concejal de Recursos Humanos, Carlos Giménez, y Sandra Martín -a quien aseguran Ángel Franco quiere como cartel electoral las próximas elecciones en Alicante- escenificaron, antes de empezar una reunión en el PSOE convocada de urgencia por la mañana, la buena sintonía que todos saben que no tienen. Los socialistas hasta se atrevieron a dar, en un comunicado, las conclusiones de la reunión antes de siquiera empezarla. No hubo sorpresas. Tras el varapalo del pleno, afirmaron que apoyan al alcalde, Gabriel Echávarri. «Esto es delirante», dijo en el pleno en voz alta un miembro del público. Y se quedó corto.

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