El Papa Francisco, en una reciente charla dominical, habló sobre los 115 mártires que fueron beatificados en Almería. Entre ellos había 95 sacerdotes y 20 laicos. La novedad de este relato de beatificaciones fue la mención de Emilia Fernández (La canastera). La primera mujer gitana declarada mártir.

Al acto de Almería asistió una nutrida presencia gitana. La presencia gitana en la Iglesia Católica ha cambiado recientemente. Antes los gitanos estaban alejados de la práctica religiosa católica, porque los católicos no gitanos estaban encerrados en las sacristías, y no mantenían un contacto religioso intenso con los católicos gitanos. Afortunadamente, este cuadro de la presencia católica gitana ha cambiado, y la presencia católica gitana es mayor y mejor.

Cuando unos gitanos piden a los católicos no gitanos ayudas de cualquier clase, económica, de alimentos, ayuda religiosa, etcétera, hay ejercicio de la caridad, ayuda, contacto fraternal. Se trata de acabar con la marginalidad y fomentar la colaboración y la comunión.

El problema religioso, que siempre ha tenido el pueblo gitano, ha sido la marginación, la falta de integración. Esta falta de integración crece cada día más. El cariño ha cambiado a las personas. Todos estamos faltos de cariño y todos necesitamos sentirnos queridos. Afortunadamente esta comunión de amor, de colaboración de ayuda mutua, ha cambiado mucho la vivencia cristiana entre católicos gitanos y no gitanos.