Otra anomalía, y no pequeña, de nuestro callejero actual es la muy escasa presencia de mujeres, a pesar de que en los últimos años se ha hecho un esfuerzo para incorporar a mujeres de valía indiscutible ( Gloria Miñana Román, María Sanchiz Dolz, María Selva Esclapez, Mari Cruz Álvarez Díaz, Celia Lozano, María de Maeztu, Teresa de Calcuta...), pero el desequilibro sigue siendo tan descomunal como en el caso al que hacíamos referencia con la Guerra Civil (123 calles de hombres y dos de mujeres, María García Ferrández y Asunción Parreño García, asesinadas ambas en Madrid en septiembre de 1936). Pongamos algunos ejemplos de mujeres cuya memoria habría que rescatar, incluso a costa de nombres masculinos que podrían desaparecer, y por lo que tampoco perderíamos nada del otro jueves.

Adelfa Blasco Mendiola fue de las primeras mujeres ilicitanas que escribió en la prensa local y algunas personas de orden le acabaron llamando Alfalfa Blasco porque sentaba muy mal que una joven pudiera defender ideas izquierdistas en la segunda década del siglo XX. Milagros Gómez Soler firmaba con el añadido de Navarro en atención al marido, que al menos le dejó escribir en más de una docena de semanarios ilicitanos. Las hermanas Concha y Ventura Román Calvo y Libertad Rico fueron también habituales en la prensa ilicitana. Una cantante de ópera como Emilia Ferrández cantó en junio de 1908 en La Scala de Milán. La escritora y compositora Ermerinda Ferrari Gonzálvez publicó poemarios y su obra musical fue interpretada en la década de los veinte del siglo pasado. Paulina Ibarra Blasco escribió artículos y libros con el curioso pseudónimo de Narciso del Prado. Elisa Brufal Juliá fue finalista del premio Planeta de 1957 con Emilio Romero como ganador, desenlace no muy difícil de entender en aquellos tiempos de silencio.

Dos mujeres fueron concejalas en el año 1925, durante la Dictadura de Primo de Rivera ( Josefa Buch López y la citada María García Ferrández). Mujeres que cometieron el delito de defender sus ideales políticos como concejalas en la Guerra Civil y que terminaron todas ellas o en el exilio o en la cárcel (las socialistas Francisca Vázquez Gonzálvez y Rita García Agulló; las republicanas Matilde Iborra García y Milagros Pelegrín Bañuls y las comunistas Josefa Pastor Brotons y Gregoria Lozoya Lag). Mujeres que padecieron la crueldad de la dictadura franquista y que fueron represaliadas brutalmente como Antonia Mecha Campello, que pasó medio siglo de su vida en un manicomio. Mujeres que fueron, además de encarceladas, purgadas, rapadas y violadas como Isabel Cremades Arronis o Norberta del Olvido Peral Serrano.

Pilar Amorós Pérez fue la primera arquitecta de la provincia de Alicante y una de las primeras arquitectas municipales en nuestra Comunidad. María Ángeles Sánchez Gómez ha tenido una trayectoria como fotógrafa al más alto nivel del periodismo español. Ceferina Soriano Martínez fue la primera mujer que ejerció la abogacía en nuestra ciudad. Francesca Martínez Sánchez es nuestra primera magistrada. María Luisa Bouvard Sánchez fue nuestra primera periodista titulada. Araceli Maciá Antón fue rectora de la UNED.

Hemos tenido a magníficas docentes, como María Pascual Ferrández, Carmen Sainz, María Teresa Vega, Dionisia Masdeu; la profesora del Instituto Laboral Jacinta Gómara Dallo, autora del primer estudio demográfico sobre la industria ilicitana; hasta llegar a las hoy felizmente jubiladas Mari Paz Hernández, Margarita Fuster, Lola Peiró o Helena Fernández, por citar solo a las que conozco como verdaderas maestras de mi generación.

Artistas que murieron sin el más mínimo reconocimiento como Pola Lledó y otras que habrá que confiar en que reciban mejor trato por trayectorias tan ejemplares como las de María Dolores Mulá, Sol Pérez, Antonia Henarejos, Antonia Soler, Ana y Pepa Ferrández... La lista podría ser mucho más amplia y pido perdón por omisiones seguramente tan clamorosas como injustificables. Políticas, empresarias, trabajadoras, profesionales... Pongámoslas, por favor, en el lugar que les corresponde, que ya toca.

(Dedicado con un profundo aprecio a María José López Sánchez, una mujer de enorme valía).