En principio creí que los habían robado y lo achaqué, no sin motivos fundados, a cualquiera de los muchos propietarios de las viviendas de segunda residencia de las urbanizaciones de Torrevieja.

Me refiero al árbol ornamental que, de la noche a la mañana, arrancaron de raíz de la acera frente a la puerta de la casa de donde viví muchos años, situada al principio de la calle Ramón Gallud. También desapareció de cuajo el de mis antiguos vecinos, los Roses.

Como he visto en esta ciudad arramblar salvajemente a plena luz del día ornamentos u objetos de la pública, tales como sistemas de riego por goteo, plantas, y otros elementos en varias vías públicas por parte de ciudadanos, para llevárselos y colocarlos después en la pequeña parselica de su bungalow, le eché la culpa a alguno de estos vecinos -que cada cual puede denominarlos como le venga en gana-.

En definitiva: consideré que lo de los árboles se debía a un desmán más de este tipo de gente (minoría sobre el total) que nos invadió la pasada semana. Me equivoqué. Del error me sacó el concejal de Parques y Jardines, Domingo Soler Torregrosa. El edil me explicó que había ordenado arrancar todos los árboles del primer tramo de Ramón Gallud porque los alcorques que los acogían constituían un obstáculo para las personas que circulaban por ellas en sillas de ruedas.

Ante esta respuesta pensé, pero no le dije al concejal, que hubiera sido mas fácil poner otro tipo de protección adecuada que cargarse un montón de árboles de una «tacá».

Pero ya puestos en el tajo, le recomendé a Soler Torregrosa, que si de lo que se trataba era de hacer las calles de la ciudad más accesibles a las personas con problemas de movilidad, para empezar, podría enviar a una brigada de personal con una camioneta cargada de asfalto con el fin de enrasar las docenas y docenas de pasos de cebra con las calzadas para evitar actuales desniveles. que los hacen inaccesibles.

También hablamos de los abundantes pasos de peatones que carecen de rebaje alguno o los que tienen en una acera solamente, por lo que si uno los utiliza con su «escuter» debe volver a su punto de partida y buscar un nuevo trayecto. La DGT dijo hace unas meses que los vehículos utilizados por las personas con movilidad reducida pueden circular por la calzada. (Aunque la normativa sigue siendo de lo más confuso, la verdad). Hay que tener estómago para hacerlo en numerosas calles de la población atestadas por el tráfico, no sólo por la integridad física de quienes circulan por ellas. A los automovilistas también les haces la puñeta hasta que no logras meterte en un vado y dejarles vía libre.

Si no hemos sido capaces de crear ciudades habitables para sus moradores en general puede parecer pedir peras al olmo reivindicar mejoras para colectivos concretos, pero se debe dar la lata con este tema. Son numerosas las calles de la ciudad con suficiente anchura para dotarlas de carril bici. El problema radica en que con esta medida se eliminarían multitud de aparcamientos y ningún político quiere coger el toro por los cuernos.

Las mayoría de las calzadas de los ensanches del casco urbano son amplias. Los promotores inmobiliarios no han tenido más remedio que respetar su trazado. Pero se han desquitado con creces dejando aceras que en algunos casos no superan el metro de anchura. Con ello han aprovechado al máximo los terrenos para hacer más viviendas. Hay calles cuyo trazado se asemeja a lo dientes de una enorme sierra de cortar madera. Igual que las aceras: en unos tramos se retranquean tanto que no dejan cabida ni para poner una señal de tráfico. En otras, las menos, se ensanchan.

Hablando de estos temas un alcalde de la ciudad me preguntó una vez en qué universidad me había hecho arquitecto. Le respondí que apenas asistí a una escuela primaria donde me dio tiempo a aprender que un metro son cien centímetros.

P. D. Me sé de uno que se está poniendo las botas. Cuando el cuatripartito anuncia que las bases de un contrato estarán a tiempo para adjudicar cualquier servicio, obra o suministro, se juega una comida, negándolo. La última que ha ganado ha sido con lo de la Feria de Mayo. Se ha aplazado sine die. En el expediente para adjudicar este festejo tampoco se han cumplido los plazos previstos. Y eso que su tramitación se declaró urgente.