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Vengarse no es gestionar

La venganza, el despecho o la revancha nunca son buenas consejeras a la hora de gestionar una institución pública. Todo lo contrario. Conducen a analizar cada situación desde la tensión y a tomar resoluciones precipitadas que pueden llegar a convertirse en un error o, lo que es peor, en una acción injusta alejada del interés general que debe regir cada movimiento de los servidores públicos. Esta reflexión viene a cuento de la decisión del alcalde de Alicante, el socialista Gabriel Echávarri, de despedir como trabajadora municipal, con el criterio en contra de sus socios de Guanyar y Compromís, a una cuñada del concejal y portavoz del PP, Luis Barcala, apenas 48 horas después de que los populares denunciaran al primer edil en la Fiscalía por «trocear» adjudicaciones en Comercio para así sortear los procedimientos de contratación. La familiar del dirigente del PP entró en 2010 en el consistorio alicantino, entonces con Sonia Castedo de alcaldesa, junto a otras siete personas más para preparar la puesta en marcha de dos de los focos culturales más importantes de Alicante: el Museo de Arte Contemporáneo (Maca) y el Centro Cultural «Las Cigarreras». Una vez que se resolvió ese encargo -hace ya bastante tiempo- el trabajo de un buen gestor, bien del gobierno anterior del PP bien del actual tripartito, hubiera consistido en evaluar la labor realizada, valorar la necesidad de esas plazas y decidir, si procedía, la consolidación de los puestos de trabajo para facilitar una mejora sustancial de los servicios o, por el contrario, extinguir todos los contratos una vez que la tarea estaba ya resuelta. Nada de eso. El actual gobierno municipal de Alicante va a cumplir dos años y, desde luego, no lo ha hecho. Pueden alegar que heredaron el «marrón» de la etapa del PP. Cierto. Pero han tenido ya la mitad de su mandato para analizar el trabajo de esos ocho empleados. Debemos entender, por tanto, que su labor continuaba siendo importante para el funcionamiento de esos dos centros culturales. ¿Qué ha cambiado de un día a otro para «ejecutar» a la cuñada de Barcala? Una denuncia en Fiscalía del PP. Nada más. Acuciado por los efectos colaterales de los movimientos de un asesor -Pedro de Gea- con ínfulas de concejal, el alcalde ha decidido responder a esa legítima denuncia de Barcala ejerciendo su labor de oposición con otra salida de tono por pura «vendetta». No ha tocado (por ahora) a ninguno de los otros siete trabajadores. Sólo a la familiar del edil del PP. Eso no es gestión. Es sólo una venganza. Y así, desde luego, no se puede gobernar.

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