Permítanme que me presente: soy una moderna tarrina de plástico; elegante, transparente y de varios tamaños. Usted, consumidor, ya me conoce de antes en los productos procesados de supermercados; pero ahora me encontrará también en los comercios de productos frescos de cercanías. He venido a sustituir a papeles de envolver y bolsitas de plástico.

Permítannos que nos dirijamos en plural (pues somos ya miles y miles): provenimos del petróleo; nuestro material, el polipropileno (P P) es resistente a las bacterias descomponedoras y muy estable en el ambiente. Podemos sobrevivir enterradas miles de años, es decir, sobrevivirán nuestros restos a los vuestros -los orgánicos- con toda seguridad.

Nos fabrican con la moderna filosofía de «usar y tirar». Nada más abrir sus cubos de basura nos pueden encontrar allí tan campantes; nuestro viaje consiste, en pocos días, en pasar del estante de las pescaderías, carnicerías, encurtidos, pastelerías, etcétera, al interior de la Tierra (vertederos) con pequeñas excepciones de alguna reutilización; nuestro reciclaje es caro y contamina.

Cada día crecemos más (habitamos los mercados, las neveras y los vertederos) y si se nos mete en el horno microondas para calentar nuestro contenido, pasamos algunas moléculas de dioxinas (sustancias cancerígenas) a los alimentos y luego al hígado suyo o de sus hijos; pero los médicos no nos acusarán después a nosotras de enfermar a nadie, ya que ellos no querrán quedarse sin empleo después de tanto estudiar (ellos desean tener trabajo y nosotras colaboramos, el beneficio es mutuo).

En cuanto a lo económico, ustedes, los consumidores, nos financian por triplicado: nos pagan al sacarnos del mercado, al recogernos por la noche en camiones (tasa municipal de basuras) y después pagan nuestro entierro (gestión de plantas y vertederos).

Hemos venido a su vida para modernizar sus costumbres y, aunque algunos agoreros o pesimistas nos tachen de invasión en el comercio local o de caballo de Troya ambiental, sabemos que ustedes -los consumidores en masa- nos acogen y permiten que nos multipliquemos de forma exponencial en su planeta.