El pasado día 16 se produjo un cruel atentado cerca de la ciudad siria de Alepo, contra un convoy de evacuados civiles en el que se estiman 126 víctimas mortales, de ellas al menos 68 menores. El Gobierno sirio responsabilizó a los rebeldes apoyados por Estados Unidos, que han negado toda participación.

En los países árabes continuamente se llevan a cabo sangrientos atentados afectando generalmente a la población civil. En nombre de una interpretación que teológicamente no se sostiene del Corán llevan a cabo masacres. Las víctimas generalmente son musulmanes que consideran herejes, como si fueran infieles. Para los administradores del terror casi todos los musulmanes, más de mil millones, lo son. Ven televisión, les gusta y juegan al fútbol, no visten adecuadamente, no asisten a la mezquita diariamente... De tener que vivir sometidos a estos terroristas no pocos serían decapitados, tendrían que abandonar sus hogares y huir. Los atentados en suelo europeo, es razonable, tienen una mayor repercusión y no suele expresarse solidaridad en Occidente cuando arrasan un mercado en Irak.

La estrategia que utilizan tiene su lógica, aterrorizan en donde gobiernan y en Europa movilizan a la extrema derecha que hace responsable a los musulmanes que viven en ella. Además movilizan a sus simpatizantes, no pocos de ellos nacidos en Europa, no se trata de refugiados. Algunos atentados han sido cometidos por refugiados con antecedentes psiquiátricos, algo que se debe tomar en cuenta.

Este terrorismo coloca a los musulmanes europeos en una situación delicada. Para algunos, a pesar de todo, son hermanos en la fe, saben que los bombardeos en las zonas de conflictos afectan a civiles, no se bombardea a los camiones que llevan el petróleo que les permite financiarse para seguir con su política de terror. La Ley del Talión, el ojo por ojo y el diente por diente, convendría recordar que se instituyó para limitar la venganza, causar sólo el mismo daño y por otra parte esta limitación fue ineficaz. Buscar justificación cuando se asesina a un sacerdote católico en Francia (el Corán reconoce a Jesús como profeta y acepta a María) o cuando la aviación destruye una aldea indefensa, lleva a alimentar más crueldad, más violencia, más hambre, más dolor.

¿Esto es una guerra? Reconocer que es una guerra es dar a los terroristas un estatus que no se merecen; por supuesto no reconocen la Convención de Ginebra, abominan todo aquello que tenga que ver con los derechos humanos. Y escribiendo sobre derechos humanos no deben ser sacrificados en nombre de la seguridad, se trata de un engaño. La vigencia de estos derechos fundamentales perjudica a los terroristas, les quita argumentos.